Cuando el equipo de Susana Díaz analizaba el debate del lunes pasado entre los tres candidatos a las primarias del PSOE, acertaba en varias cosas. Una de ellas es que en esas confrontaciones no se va a ganar, sino a no perder. Está claro que Patxi López no perdió y también que la presidenta andaluza no ganó; y no lo hizo porque actuó como si fuera un acto interno de partido, sin darse cuenta de que se asomaba a un escenario nuevo para ella a través de todas las cadenas de televisión: el resto de España, donde Pedro Sánchez ya era muy conocido.
“No mientas, cariño”. Es imposible decir más sobre uno mismo en solo tres palabras
Si hubiera que elegir una frase del encuentro como tarjeta de visita de la política andaluza, sin duda sería: “No mientas, cariño”. Es imposible decir más sobre uno mismo en solo tres palabras.
Pero al margen de quién salió mejor o peor del choque, lo importante es ver cómo sitúa al PSOE de cara a la votación del domingo. Está claro que el aparato tiene candidato, como también quedó demostrado que éste (ésta más bien) tiene un rival potente que no es el exlehendakari.
Los nervios de los partidarios de Díaz han ido en aumento desde la presentación de los avales. En aquel momento cayeron en la cuenta de que habían menospreciado al adversario, el peor error que se puede cometer en una contienda. Y esta es una guerra con muchos combates.
Apenas una semana después de las primarias --primera batalla--, el partido elegirá a los delegados del 39 congreso; será la segunda. Apenas habrán pasado dos semanas cuando los socialistas votarán los órganos de gobierno del partido: comité ejecutivo y comité federal; tercer asalto. Y cabe la posibilidad de que se discuta la propuesta de López sobre un mecanismo de consulta para evitar que el secretario general sea defenestrado, como ocurrió el 1 de octubre, sin consultar a las bases que lo eligieron; cuarto round.
Todo eso ocurrirá independientemente de quién gane este domingo. Será más leve si triunfa Díaz porque la dirección central del PSOE ya está copada por sus partidarios, pero si vence Sánchez la lucha será feroz: intentarán atarle de manos como hicieron en 2014, la primera vez que fue elegido secretario general. El riesgo de ruptura definitiva es evidente.
La sentencia de muerte política que dictó González contra Pedro Sánchez en septiembre del año pasado pasará a la historia
No sería justo describir este espectáculo sin señalar a quienes han estado manejando los hilos. Cuando Susana Díaz reprocha a su contrincante haber perdido la confianza de Felipe González y de José Luis Rodríguez Zapatero ya lo está haciendo, ya dice quiénes están detrás de la crisis más profunda que ha vivido el PSOE desde su refundación en Suresnes en 1974. La sentencia de muerte política que dictó públicamente González contra Pedro Sánchez en septiembre del año pasado cuando éste aún era secretario general pasará a la historia del partido. Sin la participación de ambos, las cosas no habrían llegado hasta aquí.
Tanto los expresidentes como el exvicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba, aliados con los grupos de presión más poderosos del país, tienen un papel de primerísimo orden en lo que está sucediendo. Y, por consiguiente, son responsables de sus consecuencias.