La industria bancaria anda revuelta. La verdad es que lleva contenidamente revuelta desde hace bastante tiempo, aunque las incertidumbres de todo tipo que han sobrevolado España en los dos últimos años han embridado esa excitación.
Hoy, con un Gobierno al que muchos conceden vida hasta final de la legislatura y con las compuertas de la presa bancaria en proceso de apertura en busca de operaciones corporativas --llámese fusiones--, el mapa bancario español se apresta a sufrir una nueva y definitiva metamorfosis, algo que parece inminente tras las palabras del nuevo presidente del Banco Popular, Saracho, en su primera junta de accionistas del pasado 10 de abril. Allí anunció que para enderezar la entidad no descartaba realizar una nueva ampliación de capital, ni una operación corporativa. Lo de la ampliación de capital, a la vista de los continuados esfuerzos realizados en el último año y medio por convencer a inversores y accionistas de su viabilidad futura, no parece que tenga especial razón de ser; así que, a fusionarse tocan.
Europa sigue teniendo un exceso de bancos, y España también, lo que deja un margen significativo para acometer un proceso de consolidación a nivel doméstico y a nivel transfronterizo. El análisis corresponde a un miembro del directorio del BCE, aunque no hay que ostentar tal cargo para ser consciente de que la ratio de activos de la banca europea y española, en relación al PIB, nada tiene que ver con la de Japón o EEUU, a lo que hay que sumar el hecho de que los bancos europeos se encuentran mucho más apalancados que sus competidores americanos y nipones.
Europa sigue teniendo un exceso de bancos, y España también, lo que deja un margen significativo para acometer un proceso de consolidación a nivel doméstico y a nivel transfronterizo
La opinión del BCE es compartida por el FMI, que ha señalado en varias ocasiones que la banca española tiene que ganar en eficacia --"posiblemente mediante fusiones"--, a la vez que recomienda a los bancos impulsar sus vías de ingresos al margen de los tipos de interes.
El Banco de España, por boca del anterior subgobernador, Restoy, ve también margen para más fusiones bancarias en España, y Moody's, finalmente, ve "potencial" para más concentración bancaria.
No faltan voces discrepantes y dos de las más potentes y sólidas corresponden a Santander y Bankinter. El primero, por boca de su consejero delegado, José Antonio Álvarez, no ve una "necesidad perentoria" de fusiones en el sector bancario español, ya que no es algo "imprescindible". La segunda, a través de su consejera delegada, María Dolores Dancausa, no cree que hagan falta más fusiones en España y que Popular debe mantener su independencia. Quizá su posicionamiento se deba a que ganó 124,4 millones en el primer trimestre, un 18,7% más, con un ROE del 12%.
Opiniones al margen, el sector se prepara y habla de futuro y los medios de comunicación se apuntan a un bombardeo con apuestas que giran en torno a los tres candidatos de siempre para hacerse con el Popular: Santander, BBVA y Caixabank.
No parece que el inevitable proceso vaya en esa línea y, en todo caso, no es cuestión de candidaturas ni de ofertas. En banca, las cosas no se hacen así y la autoridad competente tiene mucho que decir... todo que decir.
Y la autoridad competente se llama Luis De Guindos Jurado, ministro de Economía, Industria y Competitividad y miembro del Opus Dei que, como todo hijo de Dios, debe buscar acomodo a futuro y su futuro pasa, al parecer, por el banco que a lo largo de seis décadas ha representado el poder terrenal de la Obra, hasta el punto de que cerca del 10 por ciento de su capital sindicado ha estado siempre bajo control de la prelatura fundada en 1928 por Josemaría Escrivá de Balaguer.
De Guindos acaricia otra alternativa que terminaría por redefinir el mapa bancario español y que no es otra que facilitar en encuentro de la sobradamente bien capitalizada Bankia con el Banco Popular
En este escenario, va a ser un miembro del Opus el que tenga que dar una solución al banco que la misma Obra ha conseguido, finalmente, poner en almoneda, dejando para la historia relevantes apellidos por cuyas manos ha pasado una gestión que ha vivido todo tipo de momentos y circunstancias y entre los que cabe citar a Fèlix Millet y a su primo Luis Valls Taberner.
Y todo parece indicar que en la mente bien organizada de Luis de Guindos no está el romper el actual status quo de la gran banca española, algo que ocurriría si el Popular fuera entregado a uno de los tres grandes grupos que actualmente se reparten el pastel bancario español.
Así las cosas, De Guindos acaricia otra alternativa que terminaría por redefinir el mapa bancario español y que no es otra que facilitar en encuentro de la sobradamente bien capitalizada Bankia con el Banco Popular, una vez que se haya cerrado el actual proceso de fusión con BMN.
¿Y el Sabadell? Té encara molta tasca per davant
Que De Guindos termine como presidente del cuarto grupo bancario español, de la cuarta y sólida pata del sector bancario español, depende del timing y de otros muchos factores. Hoy, Goirigolzarri, tiene 63 años y De Guindos, 57 y con unas expectativas como ministro que finalizan en 2020.