El acuerdo entre el PP y el PNV ha motivado que diversas voces del empresariado catalán pidan al Govern y a sus diputados en el Congreso que sigan el ejemplo vasco y negocien con el Gobierno aprovechando que no tiene mayoría absoluta. En la misma línea se expresa el editorial de La Vanguardia de este domingo que, bajo el titulo ¿Dónde están los catalanes?, concluye: "Sin renunciar a ninguna idea, Cataluña debe estar en la política española. El actual absentismo perjudica a los intereses reales de los catalanes y genera un enorme vacío político".
Es una evidencia que el Govern y el Parlament llevan más cuatro años desatendiendo sus obligaciones constitucionales y estatutarias, gobernar Cataluña, para dedicar la mayor parte de su tiempo y recursos económicos a preparar un golpe de Estado. Esta tarea, que en los últimos meses se ha exacerbado con amenazas explícitas de desconexión, desobediencia , purgas y control del territorio, es desde luego incompatible con "estar en la política española". En primer lugar porque el Govern y la mayoría independentista del Parlament así lo quieren, y no pierden ocasión de desechar oportunidades, la última el nombramiento de un experto para la comisión de estudio del nuevo modelo de financiación. Pero además, aunque no fuera así, carece de toda lógica negociar con quien no quiere renunciar, no a la ideología independentista, pero sí a la amenaza de referéndum o declaración de independencia unilaterales. Con desleales, con quien se salta la legalidad y amenaza la paz y la convivencia, no se puede negociar. En democracia caben todas las ideas pero no los comportamientos que pretenden imponer las suyas al margen de los procedimientos establecidos.
Equiparar catalanes con los representantes de PDECat y ERC, minoritarios en las elecciones generales en Cataluña, es, otra vez más, ignorar y despreciar a los catalanes no independentistas
Por otra parte, los catalanes tienen en esta legislatura una presencia destacada en el Congreso y la política española. Desde Albert Rivera hasta Meritxell Batet pasando por Dolors Montserrat, Girauta o Domènech, entre otros. Equiparar catalanes con los representantes de PDECat y ERC, minoritarios en las elecciones generales en Cataluña, es, otra vez más, ignorar y despreciar a los catalanes no independentistas. Yo aconsejaría a los empresarios que lloran la pérdida de su lobby histórico que se dirijan a los catalanes no independentistas en el Congreso y a los que acentúan su atención a los temas que afectan a Cataluña. Mientras los independentistas catalanes se dediquen a la agitación y propaganda y ocupen el Govern, alguien tiene que resolver los problemas de los catalanes que no tienen nada que ver con los delirios independentistas. Hay un amplio campo de actuación en el Congreso. Los diputados catalanes no secesionistas deberían ocuparlo.
La política catalana continuara siendo hostil a los intereses de los catalanes mientras gobiernen quienes prioricen la independencia. Porque, no lo olvidemos, no hay nada más dañino para los catalanes que el procés y, mucho más, la independencia. Para acabar con esta situación hay que ganarles en unas elecciones autonómicas y formar un gobierno alternativo. Pero, mientras tanto, nada impide a la mayoría de diputados catalanes no independentistas ocupar el espacio dejado libre por los nacionalistas en el Congreso y en el conjunto de la política española.