La independencia de Cataluña es uno de los temas que ya lleva tiempo sobre la mesa. Algunos están convencidos de que se trata de una cortina de humo para ocultar las necesidades y prioridades de la ciudadanía catalana. Otros creen firmemente que una Cataluña independiente sería mejor.
El siguiente análisis no versa sobre los argumentos a favor y en contra de la independencia, sino que pretende ir más allá y abandonar la subjetividad para centrarse en el estudio de los datos que disponemos. ¿Hasta qué punto los catalanes abogan por una Cataluña independiente? ¿Cuál es el modelo de relación que debe existir entre Cataluña y España? ¿Cuál es el perfil de aquellos que se definen como independentistas y el de aquellos que se definen como no independentistas? Los datos proporcionados por el barómetro del CEO (Centre d'Estudis d'Opinió de la Generalitat) de los años 2015, 2016 y 2017 nos ayudarán a dilucidar estas cuestiones. Asimismo, conviene matizar que el grado de fiabilidad de las respuestas es bastante elevado, teniendo en cuenta que la muestra es de un total de 1.500 entrevistados.
En primer lugar, veamos cuáles son las respuestas cuando a los encuestados se les pregunta si quieren que Cataluña sea un Estado independiente. Observamos cómo, en el periodo de estudio, la opción del no obtiene más apoyos que el sí. Sin embargo, constatamos que en el mes de julio de 2016 se produjo un auge del sí, en detrimento del no, coincidiendo con la aprobación en el Parlamento catalán de las conclusiones de la comisión de estudio del proceso constituyente para iniciar la vía unilateral hacia la independencia.
En segundo lugar, cuando a los entrevistados se les pregunta acerca del modelo de relación que debería haber entre Cataluña y España, la opción que más apoyos obtiene es la de "un Estado independiente". Pero no por ello debemos caer en el error de afirmar que la mayoría de los catalanes prefiere una Cataluña independiente, pues la suma del resto de opciones --consideradas todas ellas como no independentistas-- es superior. En este sentido, la segunda opción escogida es "una comunidad autónoma de España", y la tercera, "un Estado dentro de una España federal".
Si nos centramos en el perfil de los independentistas, en cuanto al sexo, constatamos que estos suelen ser hombres (aunque la paridad es casi evidente) de edad joven y media (entre 18 y 49 años). Por su parte, los no independentistas suelen ser mujeres de edades más adultas (más de 50 años). Estos datos coinciden con los expuestos por los mismos barómetros del CEO en relación al nacimiento de los entrevistados, siendo mayor el porcentaje de los entrevistados nacidos en Cataluña en edades de 18 a 49 años y siendo menor en edades de más de 50 años, aumentando en este último caso los nacidos en otras comunidades autónomas.
El barómetro del primer trimestre de 2017 (marzo de este año) incluye un apartado relativo a datos cruzados con aquellos que se declaran independentistas y aquellos que no. Resulta sumamente interesante analizar qué partidos reciben más apoyos por parte de ambos colectivos. Los no independentistas, cuando se les pregunta por qué partido muestran más simpatía, curiosamente, manifiestan que con ninguno. Seguidamente, se sienten más afines al PSC y, después, a Ciudadanos y a Podemos. Por su parte, los independentistas muestran más simpatía con ERC y, después, con ningún partido; aunque también se sienten identificados con el PDECat, que se halla a poca distancia de la opción "ninguno". Es un dato curioso y a tener en cuenta que Podemos suscite apoyos tanto por parte de independentistas como de no independentistas; seguramente debido a la indefinición con la que el partido trata el tema de la independencia.
En el mismo barómetro del primer trimestre de 2017 también se preguntó acerca de la autodefinición tanto de independentistas como no independentistas. Entre los independentistas, la opción es clara: la mayoría de ellos se definen como “independentistas”, seguido, a gran distancia, de progresistas y apolíticos. Por su parte, los no independentistas se definen, en primera instancia, como socialistas y, a continuación, como apolíticos y, posteriormente, conservadores y socialdemócratas; aunque la opción “no sabe”, es la cuarta opción más apoyada; estando así más fragmentadas las opciones para autodefinirse.
Así pues, vemos cómo la sociedad catalana se encuentra dividida en relación al tema de la independencia. La opción del no supera levemente al sí pero, en ocasiones, el independentismo puede dar la vuelta, como en julio de 2016 e, igualmente, ser también capaz de obtener una mayoría parlamentaria como sucedió en los comicios electorales de 2015. Asimismo, constatamos una fragmentación en base a la edad de los ciudadanos: los más jóvenes abogan por el independentismo y por la celebración de un referéndum a toda costa, mientras que los más adultos se muestran en contra y también en contra de un referéndum. Esto coincide, además, con el origen de la población: existe un mayor porcentaje de nacidos en Cataluña entre los más jóvenes y un mayor porcentaje de nacidos en otras comunidades autónomas entre los más adultos.
En cuanto al apoyo a partidos políticos, los independentistas lo tienen claro: apoyan a ERC en su mayoría. Sin embargo, entre los no independentistas existe una división de apoyos, siendo además la opción más votada "ningún partido". Esto conlleva que, en caso de obtener una mayoría parlamentaria, pueda resultar difícil pactar con otras fuerzas políticas, máxime teniendo en cuenta que partidos políticos tan dispares como PP y Podemos deberían llegar a una entente.
Por tanto, es evidente que existe una fragmentación en la sociedad catalana en torno a esta cuestión y que el Gobierno de España debería ser capaz de ofrecer una solución a la misma pues, de lo contrario, la situación actual puede perdurar indefinidamente.