Después de unos iniciales traspiés y contratiempos, el primer éxito de la presidencia de Donald Trump ha sido bombardear una base militar del ejército sirio. Antes había declarado en la tele que había visto, no una sino varias veces, las consecuencias del ataque con armas químicas a Jan Sheijun, y que le parecía intolerable, y que eso había cambiado su percepción de la guerra en Siria, y que, en fin, iba a tomar medidas. Lo siguiente, la lluvia de misiles Tomahawk que parece ser que ha matado a algunos soldados del ejército sirio y destruido algunos aviones más o menos carpetovetónicos.
Semejante muestra de hombría y rectitud le ha valido por primera vez el apoyo general de republicanos y demócratas, gente llena de sentimientos generosos cuyos corazones sangran ante las imágenes de los niños gaseados. Y no sólo del estamento político de EEUU sino también de los grandes medios de comunicación occidentales, incluido The New York Times, donde al día siguiente Tony Blinke --que ya cuando asesoraba a la Casa Blanca en los tiempos de Obama abogaba por derrocar a Al-Assad--, ese Pyle de El americano impasible, publicó el complacido artículo After the Missiles, We need Smart Democracy on Syria.
Las explicaciones que usa EEUU como motivo para sus raids han perdido un poco de credibilidad desde que se inventaron las armas de destrucción masiva de Sadam Husein y su alianza con Al Qaeda
También nuestra prensa ha celebrado el alcance "proporcionado" del golpe que Trump le ha asestado a Al-Assad, y algunos incluso reclaman formar una coalición internacional para tumbarle ya. Por pedir, que no quede. Vamos todos a la guerra, que no vaya solo Donald.
No discutiremos que la aviación siria usara armas químicas pero cabe señalar que, cuando está ganando la guerra al Estado Islámico Al-Assad, no tiene mucho interés en enemistarse más con la comunidad internacional recurriendo a armas inaceptables. Al-Assad puede ser un ogro pero no un idiota. Es posible que la iniciativa de usarlas procediera de elementos extremistas de sus fuerzas armadas, o puede que haya otra explicación. Las que usa EEUU como motivo para sus raids han perdido un poco de credibilidad desde que se inventaron las armas de destrucción masiva de Sadam Husein y su alianza con Al Qaeda. Y que han causado millones de muertos, además de la guerra actual.
Mientras tanto la U.S. Navy se despliega ante la península de Corea. Desde luego, hay que ver qué machote es Donald.