El oficialismo sigue lanzando las campanas al vuelo tras las últimas cifras que sobre el mercado laboral se han hecho públicas y que han anunciado una reducción del desempleo en 9.355 personas durante el mes de febrero, mes de transición que normalmente no es ni bueno ni malo, pero que en 2017 ha sido el mejor desde 2005.
Sin quitar méritos al proceso de creación de empleo y reconociendo el éxito de que la economía española haya crecido en 2016 un 3,2%, apoyado en el comportamiento del consumo y la inversión --lo que permite alzar la voz al Gobierno al señalar que crecemos por encima de la media de la zona euro--, no es menos cierto que la economía española sigue cimentándose sobre una base frágil que reclama a gritos no solo más reformas en la actual estructura económica, sino un sustancial cambio en mucho factores que conforman nuestro modelo productivo.
La economía española sigue cimentándose sobre una base frágil que reclama a gritos no solo más reformas en la actual estructura económica
Aunque Luis de Guindos, ha asegurado que la economía seguirá creciendo a un ritmo similar en el futuro y que crecimiento del PIB para este año (2,5%) "está garantizado de forma holgada", lo cierto es que los datos positivos que ofrece la economía española quedan ensombrecidos por una realidad de desequilibrios, de bolsas de pobreza, de desigualdades y de elementos coyunturales que muchos están empeñados en silenciar o en mantener en el congelador. Todo ello parece que es el precio pagado para que el PIB de 2016 se haya quedado a menos de 2.500 millones de euros del máximo histórico conseguido en 2008. Diez años perdidos por la codicia de unos pocos, muchos de los cuales siguen donde estaban.
Pese a los vientos de cola que han protegido a nuestra economía y a nuestra activa balanza comercial, lo cierto es que la masa salarial en 2016 fue casi 35.000 millones de euros menor a la alcanzada a principios de la crisis en 2008, mientras que el beneficio de las empresas no solo ha recuperado el nivel previo a la crisis, sino que lo ha superado ligeramente, evolución que demuestra que el conocido como excedente de explotación bruto --beneficios-- se ha recuperado a mayor velocidad que el empleo y los salarios, y que en 2016 creció el 4,4% mientras que la remuneración de los asalariados avanzó algo menos, el 3,1%.
Algo cabe interpretar del hecho de que las empresas que componen el Ibex 35 ganaran en 2016 un 69,1% más que el año anterior, olvidado ya el recorte del 24% de sus beneficios que sufrieron en 2015.
El cambio en la regulación laboral en España ha provocado la devaluación de los salarios y el empobrecimiento de los trabajadores
No en vano y con excesiva carga de demagogia, en ocasiones, los sindicatos claman y claman, pero como si estuvieran en el desierto, aunque en muchas ocasiones van cargados de razón, como cuando señalan que el cambio en la regulación laboral en España ha provocado la devaluación de los salarios y el empobrecimiento de los trabajadores. Y desde 2011 se trabaja hasta 22 millones de horas menos, por la conversión de contratos de jornada completa a varios de jornada parcial, lo que traduce en unos 600.000 puestos de trabajo menos.
Son las consecuencias de un cambio en la legislación laboral de 2012 que ha permitido invertir los términos al producirse un trasvase de rentas del trabajo al capital y, aunque los datos macroeconómicos muestran que la salida de la crisis es una realidad en España, ésta es una realidad desnivelada que anuncia más de lo mismo. Prueba de ello es que la construcción ha empezado a aumentar su protagonismo en los últimos datos macro conocidos, algo que, en principio, resulta indeseable a partir de cierto nivel.
En este horizonte de gloria para unos y de miseria para otros, hay que instalar el último dato conocido en materia de paro: el número de desempleados se sitúa en 3.750.876 y el de afiliados en 17.748.255. Con esta certeza y su evolución pasada, las proyecciones a medio plazo de los analistas más sólidos llevan la tasa de paro hasta el 15% en 2018, fecha en la que se estima que la economía española alcanzará su PIB potencial; por lo tanto, ésa podría representar la tasa de paro estructural de la economía española, lo cual es una barbaridad. Esa reducción de la tasa de paro, que partía del 26% en el punto más bajo del ciclo económico, es significativa, pero seguirá siendo alta comparado con los países del área euro.