De una forma o de otra. Con una dirección o con la contraria, Cataluña tendrá elecciones en noviembre. Eso piensa Joan Tardà. Y lo disecciona. Si hay referéndum en septiembre a los dos meses habrá elecciones "para lo que sea". Para un Parlamento independiente. Si no hay referéndum, también tendrá que haber elecciones, pero esta vez serán autonómicas. Así de fácil, así de sencillo será el paso del Ebro de Cataluña a otra situación política.
Asistimos estupefactos a la ruptura frontal de la Generalitat con el Estado. Junts pel Sí (JxSÍ) y la CUP siguen adelante a través del reglamento de la Cámara. Parecen desesperados. Como si no vieran la salida y rompen, de pronto o tras mucho meditarlo, con las reglas que hasta ahora utilizaban. Iban paso a paso. Pues ya no. Han empezado a esprintar. Si el referéndum lo tenían previsto para septiembre, ahora quieren adelantarlo al mes de abril o mayo. Y que lo desarrolle la Cámara ya que el president lo ve cada día más difícil. Como la tramitación de las leyes era lenta pues la Mesa del Parlament ha admitido a trámite la petición de JxSí de reformar el reglamento y agilizar la tramitación de las mismas. Que las leyes sigan nuestro capricho, han debido pensar.
El desafío está servido. Es el preámbulo de la ruptura. ¿Qué hará mañana Puigdemont? Porque hay varios temas espinosos. En Cataluña, sí. Inhabilitación de Artur Mas. De Francesc Homs. De Carme Forcadell. De más gobernantes por la responsabilidad en la consulta ilegal del 9N. De la corrupción del 3% de Convergència como el del Palau. Semana decisiva. ¿Qué hará Puigdemont?
El desafío está servido. Es el preámbulo de la ruptura
A lo peor, lo que pretende la Generalitat es tapar todos estos escándalos. Subimos la tensión política y el desafío al Estado y los escándalos quedan en segundo plano. Y los fracasos internacionales de Mas, Puigdemont y Romeva. Ya están de vuelta de su ruta turística. Porque nadie con poder político los ha recibido. Fracaso. Y para tapar tanto fracaso el gobierno catalán ha repetido que "el compromiso con el referéndum es claro, nítido e irrenunciable". Se supone que también quiere tapar el total abandono que sufre la economía catalana por parte de sus gobernantes. Con el referéndum de por medio se olvidan que los ciudadanos tienen que comer. Que vivir. Y por su abandono la deuda pública catalana se ha ido a los 72.000 millones de euros. ¡Va! Que lo pague el Gobierno de Madrid. Es lo que viene haciendo. Entre 2012 y 2016 el Gobierno central transfirió a Cataluña 189.000 millones de euros. Todo por la unión. Y lo que no se sabe.
De una forma o de otra los políticos catalanes que se pasean por Madrid tienen claro que hay que prepararse para las elecciones de noviembre. Ahí se juegan el futuro. Porque, dicen o pronostican, que Junqueras será president. Esquerra Republicana al poder. Y también son independentistas. ¿Como consecuencia de la corrupción de Convergència? Su precio van a pagar. Empezando ya por el juicio del Palau. donde se defraudaron más 22 millones de euros a repartir entre Millet i Tusell y CDC. Elecciones en noviembre para que desaparezca CDC, o sea, Convergència. O sea, la derecha nacionalista. La misma que ha intentado escapar de su historia negra a través del secesionismo. ¿Y qué dice Puigdemont? ¿Y qué dice Mariano Rajoy? Mariano nunca dice nada. Está de espera. A que llegue Junqueras. Será el tiempo de Junqueras y de ERC. ¿Para crear otro procés?