Puede que al común de los lectores les suene a chino mandarín términos como chaflanadoras, mandrinadoras, cabezales, husillos, fresadoras o máquinas de ruletear. Todos ellos forman parte de un mundo que conforma la base de la industria de un país. El de la máquina-herramienta, sector estratégico donde los haya, motor de progreso tecnológico y, en última instancia, el responsable de ofrecer soluciones y los medios productivos más avanzados a las principales industrias de la economía para que consigan mejorar su productividad y su competitividad.
Por utilizar una definición académica, la máquina-herramienta es el bien de equipo por excelencia y en ello radica el origen de la industria moderna tal y como hoy la conocemos. Las máquinas y las herramientas que el sector produce sirven para construir otras máquinas, y es por eso que suele decirse que están ligadas directa o indirectamente a todo tipo de productos y, en especial, a los sectores estratégicos.
Pese al desconocimiento real que existe acerca del sector, se da el caso de que existe una estrecha relación del mismo con el proceso y el nivel de industrialización de un país. La máquina-herramienta, además, es un indicador económico de primer orden, ya que el aumento de las importaciones de máquina-herramienta o bienes de equipo avanza una mejora del PIB, dado que cuando un empresario se decide a incorporar a su empresa nuevas máquinas aparatos, instrumentos o ingenios está anunciando su disposición a incrementar su volumen de negocio.
Desaparecida la potente industria de base del País Vasco, como la siderurgia o los astilleros, los vascos, y en menor medida los catalanes, han sabido mantener e incluso aumentar su presencia en un sector de vital trascendencia para la economía de un país
Con estas precisiones, parece el momento de entrar en el nudo de la cuestión, que no es otro que glosar una mínima pero sustancial parte de un catálogo que ha llegado a mis manos, editado por la Asociación Española de Fabricantes de Máquinas-herramienta, Accesorios, Componentes y Herramientas (AFM) y que representa al 90% de las empresas de máquina-herramienta y tecnologías de fabricación avanzadas existentes en España.
No es este un sector tan glamuroso como el financiero, ni tan sensible al marketing como el del automóvil, ni tan próximo al consumidor como el agroalimentario o de servicios, pero ninguno de estos sectores podrían sobrevivir sin un tejido industria de máquinas-herramientas innovador y puntero.
Hace años, no había empresa que se preciase que no contara entre sus utensilios o artilugios de firma alemana o sajona, ya que ambos dos eran sinónimos de precisión y desarrollo tecnológico. Hoy, el sector de máquinas-herramientas español factura cerca de 1.000 millones de euros, exporta más del 80% de la producción del sector a los mercados internacionales y destina aproximadamente un 5% de la facturación a I+D+i. Todos estos datos permiten a España convertirse en el tercer productor y exportador de máquinas-herramienta de la Unión Europea y el noveno del mundo. Por tener, la AFM tiene una representación fija en Tianjin, China.
¿Hemos dicho España? Contraviniendo las más elementales reglas del periodismo, dejo para el final precisamente el objeto de mi comentario. La AFM está compuesta de 120 empresas asociadas de las que 97 son vascas, 12 catalanas, repartiéndose el resto (11) entre Navarra, Comunidad Valenciana, La Rioja, León, Burgos y Madrid.
Desaparecida o reducida la potente industria de base del País Vasco como la siderurgia o los astilleros --el estado actual de la ría de Bilbao es un claro ejemplo de ello--, los vascos y en menor medida los catalanes, han sabido mantener e incluso aumentar su presencia en un sector de vital trascendencia para la economía de un país y cuyo modelo es el resultado de la suma de muchas cosas de las que el resto de España tiene mucho que aprender.
Y quienes consideren que lo de los empresarios vascos y catalanes es genético, que se olviden, porque el presidente se llama López... Usoz y el vicepresidente Fernández... i Grau.
Y además, en uno y otro territorio se come bien... muy bien.