Si hiciéramos una encuesta, la respuesta probablemente sería clara y contundente: una mayoría aplastante nos diría que paga demasiados impuestos. Una percepción interesada y subjetiva que probablemente provenga del escaso valor otorgado por muchos ciudadanos a los bienes y servicios proporcionados por la Administración. Así, en nuestro país, una elevada parte de la población quiere pagar poco a Hacienda y recibir muchas prestaciones públicas. Dos deseos casi siempre incompatibles, aunque sorprendentemente muchos no lo vean así.
La anterior percepción la tienen muy claro los dirigentes de nuestros principales partidos políticos. Debido a ello, la mayoría nos promete en campaña electoral reducir los tipos impositivos de uno o más de los principales tributos. No obstante, no dicen nada de la disminución de las prestaciones públicas que probablemente conllevaría la anterior reducción. Lo dicen los de derechas y también algunos supuestamente de izquierdas, como el rojo, rojísimo, Zapatero. Suya es la frase: "Bajar impuestos es de izquierdas". Una expresión que no tiene nada que ver con la histórica ideología socialista y mucho con el moderno populismo de derechas.
Un indicador objetivo, de si se pagan muchos o pocos impuestos en España, es la presión fiscal. Es un término económico que nos indica el porcentaje del PIB que las familias y empresas aportan a las arcas del Estado al pagar los diferentes tributos. Para averiguar la verdad, realizaré dos tipos de comparaciones: una internacional y otra histórica. La primera será con respecto a los países que integran la zona euro y la Unión Europea (UE), la segunda con la existente en España en anteriores décadas.
Desde una perspectiva europea, la conclusión es clara: en nuestro país las familias y empresas pagan pocos impuestos
Desde una perspectiva europea, la conclusión es clara: en nuestro país las familias y empresas pagan pocos impuestos. En España, la presión fiscal en 2015 fue del 34,6% del PIB, significativamente por debajo de la existente en la UE (40%) y la zona euro (41,4%), según datos de Eurostat. Los países con mayor presión fiscal en la UE son Francia (47,9%), Dinamarca (47,6%) y Bélgica (47,5%), siendo los que la tienen más reducida Irlanda (24,4%), Rumanía (28%) y Lituania (29,4%). Entre las cinco naciones más pobladas de la UE, España es en la que menos impuestos se pagan, pues la presión fiscal en Italia, Alemania y Reino Unido (aún no ha formalizado su salida) es del 43,5%, 40% y 34,9%, respectivamente.
De los 19 Estados que forman parte del área euro, España sólo se sitúa por encima de la media en el impuesto sobre bienes inmuebles, siendo el quinto país que más recauda por dicho tributo en relación al PIB (1,2%). En todos los demás importantes, tales como cotizaciones sociales, IRPF, sociedades, especiales e IVA, se sitúa por debajo de dicha media. En el primero ocupa el 10º lugar en el ranking de la eurozona, el 11º en los tres siguientes y el 16º en el último. Este postrero dato explica por qué la Comisión Europea, para reducir el déficit público, recomienda de forma casi perpetúa la subida del tipo impositivo efectivo del IVA (situado en el 15,88% en 2015).
Desde una perspectiva histórica, la presión fiscal en 2015 (34,6%) es significativamente menor que en 2007 (37,1%). Aparentemente parece una contradicción, pues los tipos de la mayoría de los principales impuestos son ahora superiores, pero no lo es. La clave de la explicación la tiene el comportamiento de la recaudación durante los ciclos económicos. En uno expansivo, crece más que el PIB real; en uno contractivo, especialmente si hay deflación, disminuye bastante más que aquél. Obviamente, si no aumentan los tipos impositivos, tal y como hizo el PP durante la última recesión.
Pagamos menos impuestos que una década atrás, a pesar de que tenemos tipos más elevados
En la primera fecha, España acababa de salir de un largo y profundo período de crisis. Además, en 2015 existía deflación. En la segunda, el país llevaba 14 años de expansión ininterrumpida e inflación. Una etapa donde la presión fiscal aumentó en 5,1% puntos, pues en 1994 era del 32% del PIB. Ni una ni otra tienen nada que ver con la existente en 1964 (14,3%), la más baja de la OCDE, después de Turquía. No obstante, tampoco con las prestaciones públicas (sanidad, educación, pensiones, servicios sociales, etc.) que en la actualidad disponemos.
En definitiva, en nuestro país pagamos bastantes menos impuestos que la media de los ciudadanos europeos. Por tanto, hay un gran margen para subirlos y mejorar el Estado del Bienestar. También pagamos menos que una década atrás, a pesar de que tenemos tipos más elevados. Un aspecto que presagia que, si éstos no se tocan, la presión fiscal subirá en los próximos años. No obstante, lo hacemos bastante más que con la dictadura franquista, pero me imagino que casi nadie quiere volver a la España de 1964. ¿Me equivoco?