A corto plazo, el principal peligro económico es una elevada tasa de inflación. También lo es si ésta es relativamente moderada, pero significativamente superior a la de los países competidores. Su reducción es incluso más importante que la disminución de una considerable tasa de paro, el aumento de un escaso nivel de crecimiento económico o la bajada de un considerable déficit público.
Una inflación excesiva reduce la competitividad del país, al hacer más caras sus exportaciones y más baratas las importaciones. Por tanto, disminuye las primeras y aumenta las segundas. Ambos aspectos producen una caída del PIB que, después de un tiempo, genera un exceso de capacidad productiva y la destrucción de ocupación. La primera variable provoca la disminución de la inversión de las empresas, la segunda la reducción del gasto de las familias. El resultado, si en ningún momento se pone freno al alza de los precios, es un círculo vicioso caracterizado por una elevada inflación y recesión. Es decir, por la estanflación.
En los últimos años, la inflación no ha supuesto un peligro para España ni tampoco para el conjunto de la zona euro. Al contrario, el BCE pretendía aumentarla para llevarla al entorno del nivel considerado como óptimo: el 2%. En 2016, la tasa de inflación media en nuestro país y en la eurozona se situó en el -0,2% y 0,2%, respectivamente. Un nivel aún muy alejado del deseado.
Los motivos del aumento de la inflación han sido principalmente tres: la gran subida del precio de los carburantes, la electricidad y los alimentos no elaborados
No obstante, en el mes de enero, dicha tasa se ha disparado. En España ha alcanzado el 3%, siendo dicha cifra considerablemente superior a la observada en la zona euro (1,8%). Los motivos del aumento han sido principalmente tres: la gran subida del precio de los carburantes, la electricidad y los alimentos no elaborados. El primero ha sido causado por un elevado incremento de la cotización del petróleo en los mercados internacionales. Así, en relación al mismo mes del año anterior, el barril Brent ha subido un 66,64%, un aumento que ha provocado una subida del gasóleo de aproximadamente la tercera parte (alrededor del 22%).
El gran incremento del precio de la electricidad tiene que ver con dos principales aspectos: una disminución de la oferta y el sistema de fijación de precios en el mercado mayorista. El primero viene explicado por la escasez de viento y lluvia, la reducida producción de las centrales de ciclo combinado y las exportaciones efectuadas a Francia. El segundo por la consideración de precio final al más elevado aceptado por la demanda, un aspecto que favorece notablemente a los productores y perjudica a los consumidores finales.
El aumento del precio de los alimentos frescos es en gran medida consecuencia del de las hortalizas. La ola de frío que ha afectado a Europa ha reducido considerablemente sus cosechas y ha hecho que berenjenas, calabacines, tomates y alcachofas alcanzaran precios difíciles de recordar. En relación a la previa, las subidas de la semana del 9 a 15 de enero fueron del 131,96%, 60,12%, 45,94% y 44,40%, respectivamente.
Desde mi perspectiva, dicha subida de la tasa de inflación es coyuntural. Por tanto, no debe preocuparnos excesivamente. En los próximos meses, creo que disminuirán tanto los precios del petróleo como los de la electricidad y las hortalizas. El primero por la desaceleración económica de China, el incumplimiento de la restricción de oferta acordada por la OPEP en el pasado mes de diciembre, la mejora de la tecnología del fracking y la eliminación de numerosas restricciones medioambientales a la extracción de crudo en Estados Unidos (el efecto Trump). El segundo por el aumento de la producción de energía hidroeléctrica y eólica, así como por la disminución de las exportaciones. El tercero por la mejora de la climatología.
La inflación actual no es un peligro. Sin embargo, aunque baje, no volverá a ser tan reducida como recientemente fue
Por tanto, el gran aumento de la tasa de inflación observado es coyuntural y no estructural. Así lo demostrará el nivel de la subyacente que se situará en enero alrededor del 1%, la cifra alcanzada por el conjunto de la eurozona. En los próximos meses, veremos como la primera baja notablemente en nuestro país y la segunda sube, poco a poco, tanto en la zona euro como en España. El motivo de la subida de la inflación subyacente, que no refleja las variaciones de precios de los alimentos no elaborados ni de los productos energéticos, será la recuperación definitiva de la economía de la zona euro y tendrá como principal repercusión el final de la etapa de unos tipos de interés extraordinariamente reducidos. Dicho efecto previsiblemente se empezará a notar en el segundo semestre de 2018.
En resumen, la inflación actual no es un peligro. Sin embargo, aunque baje, no volverá a ser tan reducida como recientemente fue. Es la consecuencia de la vuelta a la normalidad tanto de la economía española como de la europea. Sin duda, una buena noticia para todos, excepto para aquellos que estén muy endeudados a tipo de interés variable. A ellos les quiero dar un consejo: hagan números y piensen si les interesa pasar su deuda a tipo fijo. Ahora pueden hacerlo, si esperan más de un año probablemente ya no les resultará interesante.