La bolsa española concluyó 2016 con una caída de algo más del 2%. El Ibex luce el dudoso honor de ser uno de los que peores resultados cosecha en Europa. Arrancó enero con 9.544 puntos. De inmediato se dio un batacazo descomunal, presa del pánico por la espiral depresiva del precio del petróleo y de la moneda china. En dos semanas se desplomó un 10%.
Luego registró numerosos altibajos. Y en la etapa final recuperó buena parte del terreno perdido, hasta cerrar diciembre con 9.352 puntos. Es el segundo ejercicio consecutivo con saldo adverso. En 2015 los ahorradores ya se habían dejado por el camino un 7,5%.
Los comienzos de año son momento oportuno para recapitular las profecías que los autoproclamados expertos bursátiles pergeñaron hace justo doce meses. Casi de forma unánime, todos preveían fuertes ascensos del índice. Y prodigaban recomendaciones de compra a diestro y siniestro.
El repaso de sus mensajes es desolador. En asuntos como éste, huelga señalar que nadie posee la bola de cristal ni goza de facultades adivinatorias del futuro. De ahí que las previsiones sobre la evolución de los cambios sean con harta frecuencia fruto de simples especulaciones o un mero brindis al sol.
Los comienzos de año son momento oportuno para recapitular las profecías que los autoproclamados expertos bursátiles pergeñaron hace justo doce meses. Casi de forma unánime, todos preveían fuertes ascensos del índice
Veamos, espigados al azar, algunos pronósticos que los supuestos sabios del parqué lanzaron al aire por estas mismas fechas del pasado enero. Mi selección se centra en cinco entidades financieras, tanto españolas como de otros países.
Así, los especialistas de GVC auguraron un excelente 2016, que llevaría en volandas el Ibex 35 hasta el redondo listón de los 10.000 puntos.
Los de Bbva, más optimistas, anunciaron urbi et orbi el logro de los 10.800 puntos. Por su parte, Banco Sabadell y el francés BNP aseveraron tan campantes que se tocarían los 11.200 y 11.500, respectivamente.
A la vez, las cabezas pensantes de Bankinter aventuraron que se alcanzaría una horquilla de 11.536 a 11.917 puntos. Con este vaticinio, el banco desbordó en osadía a sus amadísimos competidores y se llevó la palma de la euforia.
En el polo contrario se ubica el andorrano Andbanc. De toda la muestra que he escudriñado, es el que revela más comedimiento. Estimó que el año acabaría en los 10.283 puntos. Aun así, se excedió en un millar justo de puntos sobre la cota que nos ha deparado la realidad.
En resumen, los arúspices transcritos no dieron una en el clavo, incurrieron en errores de bulto y en ningún caso se aproximaron al guarismo final.
Si de los ejemplos generales pasamos al detalle de los valores integrantes del Ibex y el mercado continuo, el panorama es igualmente penoso, si bien arroja algún que otro acierto notable.
En enero de 2016 era creencia común entre los hechiceros bursátiles que IAG, sociedad matriz de British Airways e Iberia, subiría hasta la estratosfera. Así lo veían nada menos que el 80% de los estrategas de la inversión. ¿Por algún motivo concreto? Pues “por las deprimidas tarifas del petróleo y el fuerte tirón del turismo”, decían los enterados al unísono.
También apostaban por valores “sólidos” como la cadena de supermercados Día, “por la seguridad de su negocio”; la constructora Ferrovial, “por la calidad de sus activos”; Acerinox, por un motivo de tanto peso como que en 2015 su precio había flexionado mucho; y la también constructora ACS, por razones ignotas.
La fiabilidad de los analistas de bolsa es similar a la de los echadores de cartas que pueblan las televisiones a altas horas de la madrugada
Pues bien, IAG no solamente no dio alegría a sus parroquianos, sino que de diciembre a diciembre se esfumó un tercio de su valor, que se dice pronto.
Las tiendas Dia eran tan “sólidas” y su negocio tan “seguro” que su cotización cayó más de un 10%. Otro tanto le ocurrió a Ferrovial.
En cambio, los auspicios atinaron de lleno en ACS y Acerinox, pues éstas ganaron un 26% y un 52% respectivamente.
Otras varias firmas daban por descontada la subida de Inditex-Zara, la papelera Miquel y Costas, la arrocera Ebro, la eléctrica Endesa, la gasista Enagás y los laboratorios farmacéuticos Rovi y Almirall.
Lo cierto es que las cuatro primeras subieron, con alzas de entre el 5% y el 27%. Enagás se mantuvo plana. Y Rovi y Almirall experimentaron retrocesos del 12% y el 19%.
De lo transcrito se puede concluir que la fiabilidad de los analistas es similar a la de los echadores de cartas que pueblan las televisiones a altas horas de la madrugada. Lo más sensato en asuntos de bolsa es seguir el propio instinto, documentarse, estudiar las bazas fundamentales de cada empresa, diversificar. Y, sobre todo, actuar con prudencia y sentido común. De esta forma, tal como sostiene un castizo comentarista, usted no se hará rico, pero se divertirá y hasta es posible que gane algún dinero.