Hay quien dice que El retrato de Dorian Gray, del novelista Oscar Wilde, además de retratar el espíritu narcisista inglés y decadente de la época victoriana, es la novela más irónica de la literatura inglesa. Verán que este escrito destila gotas que van más allá de la ironía rayando el sarcasmo, tras ver ojiplático la cabalgata de Reyes en la comarca de las longanizas y su capital de Vic, retransmitida por la Nostra, TV3.
No entiendo por qué el franquismo quiso afrancesar su nombre, Vich, añadiendo la más muda de todas las consonantes que existen. Debía ser ganas de tocar los güevos. Tienen un humus de boira y frío. La humedad provoca juanetes. Los juanetes incordian, como las hemorroides, no en el culo sino en los pies.
Esta ciudad interior, a cincuenta kilómetros al norte de Barcelona, en el siglo XIX era territorio carlista y un siglo antes comanche de los bandoleros de Serrallonga, será por ese bello ambiente londinense de niebla y frío, entre gótico y siniestro, de la Ciutat del Sants (Ciudad de los Santos), llamada así por tantas iglesias, capillas y hornacinas que tienen sus callejuelas medievales con ecos de la inasible y vaga presencia de la Santa Compaña que haría las delicias si fuera descrita por Carlos Ruiz Zafón.
El pasado verano, en el laboratorio Frankenstein de ideas de la ANC vigatà, se les ocurrió convertir la magnifica plaza mayor en un cementerio transitorio de una miríada de cruces amarillas clavadas en el suelo de tierra, como el de las playas de Normandía en recuerdo del día más largo, ese 6 de junio de 1944 en el que los aliados empezaron a liberar Francia de la zarpa nazi. En lugar del INRI inscribieron "Sistema Sanitari Català" para denunciar la asfixia que dicen que somete la madrastra Madrid al modelo sanitario catalán.
La banda siniestra de Jordi Sánchez de la ANC pensó en repartir farolillos a los padres separatas para que lleven los niños dibujada la estelada en una performance que llegue urbi et orbe a los confines de la conciencia
Parece que la iniciativa necrófila les gustó y para esta cabalgata de Reyes, en su tormenta de ideas, la banda siniestra de Jordi Sánchez de la ANC pensaron involucrar a los niños de esta fantasmal ciudad interior, recogida y llena de penumbras, para --aprovechando que la cabalgata es televisada por la Nostra-- repartir farolillos a los padres separatas para que lleven los niños dibujada la estelada en una performance que llegue urbi et orbe a los confines de la conciencia.
En 2005, el Gordo de Navidad tuvo que esperar a pasadas las doce del mediodía, como si las bolas se resistieran a hacer ricos a los habitantes de la Ciudad de los Santos, porque el premio cayó íntegramente en Vic. Fue una lluvia bendita de quinientos millones de euros en una localidad de poco más de cuarenta mil almas gracias al número 20.085.
La República de la longaniza y butifarra ya era una zoma menestral y rica que se multiplicó hasta el delirio. Cuenta la leyenda que el santo Torras i Bages, que descansa en su catedral neoclásica --Vic tiene obispo-- se despertó con tanto jolgorio mundano y borrachera del selecto cava Juvé & Camps.
Se me ocurrió a destiempo mientras escribía esta patada en el culo del caganer, que tanto gustabaa Oscar Wilde, esta pía propuesta: que los padres separatas vicenses que lleven a los niños con las candelas esteladas sean coherentes con sus ideas y devuelvan los cuartos del premio que hace once años les tocó.
Como eso de devolver reales a la capital del reino de los Hoscos es como pedir peras al olmo viejo de Soria, que al menos sean píos y pongan en la cajeta del limosnero de la catedral la ofrenda que les cayó del cielo enemigo dirigida a los pobres de la comarca, a la conselleria del vapuleado Comín (el Sistema Sanitari Català) y a la banda de Garganté para financiar a los kurdos en su guerra por la independencia contra la Turquía del déspota Erdogan.