No debe ser casualidad que algunos historiadores hayan descubierto que el estudio del nacionalismo catalán ha de ir estrechamente unido a la exégesis bíblica. Xavier Torres ha demostrado cómo en las invocaciones de carácter patriótico del siglo XVII se introdujeron comparaciones del pueblo catalán con pueblos bíblicos. Así, para este reconocido catedrático de la Universitat de Girona, las raíces intelectuales de este patriotismo "nunca fueron demasiado republicanas o ciceronianas. Por el contrario, la defensa de la libertad catalana fue siempre una defensa escolástica".
En el uso de las fuentes de carácter bíblico para la construcción del patriotismo catalán, además del elogio a los Macabeos y su resistencia ante la helenización que intentaron imponer los reyes seléucidas de Siria, destacó el símil entre Cataluña e Israel como pueblos elegidos por Dios. Sin esas comparaciones --realizadas desde determinadas lecturas de la Biblia como texto político-- es imposible entender los discursos patrióticos de mediados del siglo XVII o las soflamas mesiánicas de 1714, tan macabeas y tan celebradas aún cada 11 de septiembre.
En los últimos años ha habido una sobreexposición de esa idea bíblica de pueblo elegido. Algunos ideólogos del prusés pusieron todo su empeño en asociar a Mas con aquel Moisés, gobernador de un pueblo y libertador de una nación. Pero erraron en su interpretación, no había habido un éxodo previo. Luego, el repeinado heredero del clan Pujol no pudo ser el guía iluminado que presentara ante su pueblo las prometidas Tablas de la Ley Catalana, con sus totalitarios mandamientos.
Después de dos décadas de sobrealimentarlo con mucha paciencia, todo está a punto para que 2017 sea el año de la ansiada llegada del gran mesías Junqueras. O triunfa o revienta
Los republicanos, después del traidor Tarradellas, tampoco han tenido un líder en el momento oportuno para asaltar el trono de Salomón. Les adelantó el gran pequeño por la derecha, el delator del 3% por la izquierda, hasta un converso de origen cordobés, un heredero astuto y el hijo de un pastelero que pasaba por allí han ocupado el preciado trono. Nadie puede negar que los republicanos, tan bíblicos ellos, han tenido más paciencia que el santo Job. Durante todo este tiempo, y ante las tentaciones de Satanás (España) han sufrido en silencio las pruebas divinas de la Nación. El premio a tanta integridad nacional ha sido recuperar su riqueza electoral y, como Job, hasta la han doblado.
Son estos hijos del santo Companys los que mejor han entendido que la clave no estaba en subir al Sinaí --como hizo CiU para despeñarse-- sino en prepararse bien ante la profecía de Isaías. Después de que el país sea devastado por dos reyes, y de que el pueblo sufra cautiverio llegará el redentor. A ese salvador de Cataluña lo han criado entre algodones los viejos sacerdotes de la UAB, Toni Soler y la mafia mediática de TV3 lo han pulido, los de Òmnium lo han mantenido en tiempos inciertos, su partido lo ha paseado por Estrasburgo, lo han puesto a prueba municipal en territorio comanche con exitosos resultados, lo han sentado como jefe de la posición, lo han elevado a todopoderoso vicepresident... Y después de dos décadas de sobrealimentarlo con mucha paciencia, todo está a punto para que 2017 sea el año de la ansiada llegada del gran mesías. O triunfa o revienta.
Como recuerda Stanislaw J. Lec, es el mesías el que suele esperar con más impaciencia su propia llegada. ¿Está nervioso el Gran Junqueras? El 2017 va a ser muy largo. Pero pase lo que pase, antes y después de las próximas plebiscitarias, Cataluña sin mesías seguirá siendo Cataluña, pero el mesías sin Cataluña será tan sólo lo que es: un hombre orondo y tonsurado.