El populismo radical aprovecha las repercusiones de la crisis económica y sus secuelas sobre los más débiles para combatir todo aquello que representa el mundo que queremos construir: instituciones representativas capaces de controlar a los poderes económicos, identidades múltiples, sociedades abiertas e incluyentes que garanticen la igualdad de oportunidades. Frente al proteccionismo egoísta y conservador que pretende preservar los privilegios de mercados cautivos, necesitamos activar los mecanismos de libre comercio que deben ser regulados para combatir las desigualdades y repartir el crecimiento económico.
El auge económico de los países asiáticos ha modificado el mapa del comercio mundial, los mayores puertos del mundo se encuentran en China, Singapur, Corea del Sur... El interés de estos países por controlar las grandes rutas interoceánicas radica en la necesidad de conectar sus puertos con los grandes productores de materias primas y petróleo de Sudamérica (Brasil y Venezuela) y África, y facilitar las rutas comerciales con la costa este de EEUU, Canadá y Europa Occidental, mercados potenciales con gran poder económico donde exportar sus productos manufacturados.
Se está considerando la apertura en Latinoamérica de corredores ferroviarios interoceánicos, los llamados "landbridges" (canales "secos"), lo que conllevaría una profunda transformación de las grandes rutas del comercio marítimo
Estas rutas comerciales se hacen a través del transporte marítimo y utilizan los canales interoceánicos ya conocidos como el de Suez y el de Panamá, proyecto que controló EEUU y marcó el inicio de su etapa imperial. Estas vías serían los llamados canales "húmedos".
En la actualidad se está considerando la apertura en Latinoamérica de corredores ferroviarios interoceánicos, los llamados "landbridges" (canales "secos"), lo que conllevaría una profunda transformación de las grandes rutas del comercio marítimo. Existen diversos proyectos, como el Corredor Bioceánico Aconcagua-Tren Trasandino, con una ruta ferroviaria multimodal desde Buenos Aires a Valparaíso; el Corredor Ferroviario Perú-Bolivia-Brasil, destinado a unir los puertos peruanos del Pacífico con el Puerto de Santos en Brasil, en el Océano Atlántico, y el Corredor Ferroviario Multimodal Pacífico-Atlántico en Nicaragua, que incluye la construcción de una plataforma logística multimodal en las inmediaciones de la ciudad de Managua, que dispondría de conexión con la carretera Panamericana, de más de 25.000 kilómetros que recorre casi todo el continente americano desde Buenos Aires hasta Alaska.
Citemos otra ruta comercial recientemente abierta entre el Atlántico europeo y el Pacifico asiático, el gran proyecto de la línea ferroviaria Europa-China, 17 días por la "ruta de la seda". China ha dispuesto de un fondo de 40.000 millones de dólares para invertir en infraestructura a lo largo de esta "nueva ruta de la seda", eje vertebrador de una nueva ruta comercial ferroviaria que conectará países europeos como España, Francia, Alemania y Holanda a través de Polonia y Rusia con los principales polos industriales y comerciales del gigante asiático. Evidentemente esta ruta exigirá un nuevo marco de relaciones con Rusia que permita, desde el dialogo y la colaboración, una cada vez mayor integración rusa en el proyecto común europeo y el desarrollo de tecnologías que faciliten la transferencia de cargas entre diferentes anchos de vía ferroviario.
Libre comercio, cooperación tecnológica y apertura de fronteras a personas y mercancías son algunos de los instrumentos necesarios para alcanzar la paz y la colaboración entre los Estados
Todos los proyectos citados tienen una gran complejidad técnica y exigen estudiar con todo rigor su viabilidad económica. Se necesitará desarrollar tecnologías avanzadas de gestión y geolocalización para la operación del sistema de transporte de mercancías ferroviarias, así como para el diseño y desarrollo de las nuevas infraestructuras. Libre comercio, cooperación tecnológica y apertura de fronteras tanto para las personas como para las mercancías son algunos de los instrumentos necesarios para alcanzar la paz y la colaboración entre los Estados, combatir la desigualdad y mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos.