Continuidad, renovación y diálogo. Estas son las tres cualidades que repiten como papagayos todos los portavoces oficiales y que constituyen el mantra del nuevo Gobierno de Mariano Rajoy. La continuidad es evidente; la renovación, escasa, y ante la disposición al diálogo, que está por ver, lo más prudente es ser escépticos.
La continuidad se expresa sobre todo en el mantenimiento del núcleo duro económico, con la competencia entre Luis de Guindos y Cristóbal Montoro revalidada, ahora con la cuña de Álvaro Nadal --el hombre de confianza de Rajoy en la oficina económica de la Moncloa-- al frente de Energía, Turismo y Agenda Digital. Fátima Báñez se queda donde estaba, sin el ascenso que algunos pronosticaban.
La continuidad del nuevo Gobierno de Rajoy es evidente; la renovación, escasa, y ante la disposición al diálogo, que está por ver, lo más prudente es ser escépticos
La renovación se limita a un cambio de caras. Entran seis nuevos ministros, pero ninguno, con la excepción quizá del alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, en Fomento, puede colgarse la etiqueta de renovador. Una renovación, al menos generacional, hubiera requerido la entrada de alguno de los jóvenes vicesecretarios del partido --Pablo Casado, Fernando Martínez-Maíllo, Javier Maroto o Andrea Levy--, pero ni eso. Dos de los seis entrantes, además, son políticos que recuperan un cargo institucional que perdieron pese a haber ganado las elecciones con la lista más votada: María Dolores de Cospedal, desplazada de la presidencia de Castilla-La Mancha por un pacto PSOE-Podemos, y Juan Ignacio Zoido, apartado de la alcaldía de Sevilla por un acuerdo similar entre el PSOE, IU y Podemos. Este premio a los injustamente desbancados, según el presidente, es puro Rajoy.
Los únicos ministros salientes son los quemados Jorge Fernández Díaz, al que Rajoy seguro que reserva un destino honorable, pese a sus tejemanejes indignos desde el Ministerio del Interior, y José Manuel García Margallo, el locuaz titular de Asuntos Exteriores en los que se empeñaba en incluir impropiamente a Cataluña. El casi inexistente Pedro Morenés (Defensa) ya había mostrado sus deseos de pasar a mejor vida.
¿Por qué va a ser más dialogante Dastís que Margallo, Cospedal que Morenés, Zoido que Fernández Díaz, De la Serna que Pastor, Nadal que Soria o Montserrat que Alonso?
La composición del Gobierno corresponde, más que al primero, al segundo discurso de Rajoy en su investidura, aquel en el que, asegurada ya la abstención del PSOE, afirmó que no iba a cambiar nada de lo sustancial de su primera legislatura. Olvidaba así en dos días la apertura al diálogo insinuada en su primer discurso. Por eso, el escepticismo debe ser la actitud responsable ante la afirmación de que Rajoy ha formado un Gobierno para el diálogo. ¿Por qué va a ser más dialogante Alfonso Dastís que García Margallo, Cospedal que Morenés, Zoido que Fernández Díaz, De la Serna que Ana Pastor, Nadal que José Manuel Soria o Dolors Montserrat que Alfonso Alonso?
Uno de los puntos neurálgicos del diálogo que se proclama es Cataluña. Y para Cataluña la única novedad es que será un terreno reservado a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que pierde la portavocía, pero gana Administraciones Territoriales. Santamaría, sin embargo, ha sido durante estos últimos cuatro años la ejecutora de la máxima de Rajoy de que la ley es la ley y nadie puede saltársela. Siendo eso cierto, a la abogada del Estado Sáenz de Santamaría no se le escapó en momento alguno la reflexión de que Cataluña plantea al Estado un problema político que como tal debe ser abordado también desde la política, no solo desde el cumplimiento de la ley. Por lo demás, la ministra que cubre la cuota catalana, Dolors Montserrat, se distingue de Fernández Díaz en que es mucho más joven y tiene más acento catalán cuando habla en castellano. Es un cambio, aunque los Montserrat son casi tan antiguos en el PP catalán como los Fernández y Fernández.
Rajoy dirá que es un Gobierno "razonable" para reírse en la cara del PSOE y de Ciudadanos, que se quedan con un palmo de narices si esperaban que Rajoy dejara de ser puro Rajoy
En las quinielas sobre posibles figuras catalanas independientes para encauzar el diálogo no acertó nadie, igual que ocurrió con los nombres de los nuevos ministros, salvo el cantado de Cospedal. Eso, el hermetismo, la discreción, el control de las filtraciones, también es puro Rajoy. Seguro que cuando le pregunten sobre el Gobierno que acaba de nombrar, dirá que es un Gobierno "razonable". Es el adjetivo que más utiliza y sirve para todo. Ahora, para reírse en la cara del PSOE y de Ciudadanos, que se quedan con un palmo de narices si esperaban que Rajoy dejara de ser puro Rajoy.