Los lectores que me leen habrán advertido que los mandamases separatas me caen gordos. No sus fieles porque, como catalán, tengo algunos amigos afectados por este virus que no por ello van a dejar de serlo. Si la amistad tuviera que ver con afinidades políticas o futbolísticas, estaríamos hablando de seguidores o aficionados. La amistad es una relación que se forja con los años, y no soy amigo de las personas que sólo conozco de perfil, estos son conocidos y saludado no amigos, una palabra que Facebook ha devaluado, como todo lo que viene del país de la Coca-Cola.
Me refiero a los mandamases de los partidos indepes. Empero, no todos me caen igual de gordos. Cada cual tiene su peso.
Mas me cae gordo porque es un advenedizo. Un recién llegado a la corte separatista desde que oyó los cantos de la sirena Forcadell
Pilar Rahola me excita para mal cuando desde su cátedra de La Vanguardia ejerce de sacerdotisa del procés. Sin embargo, coincido con ella en otras opiniones porque también le gusta ir a contracorriente, lo cual es un síntoma de gallardía, una palabra más asociada a los hombres que a las mujeres pero que en su caso tiene un punto machote de echarle huevos.
Oriol Junqueras no me cae tan mal como Artur Mas, ni tampoco Carles Puigdemont, porque la gente que es del morro duro de teta. ¡Qué se le va hacer! No soy de morro fino, pero sí de teta, y eso no se elige.
Mas me cae gordo porque es un advenedizo. Un recién llegado a la corte separatista desde que oyó los cantos de la sirena Forcadell.
De entre todos los miembros de su séquito, el que más me carga es Francesc Homs.
El caso de Homs no es el de un advenedizo como Mas, porque nació en los alrededores de Vic en el que crece un humus característico, una tierra rica en embutidos y chorizos de todo tipo. No es eso. Me descojono con Polònia porque ha sabido retratarlo como lo que es: el mayordomo de Artur Mas. El hombre ha nacido para obedecer. Es el ventrílocuo del ex president.
Polònia ha sabido retratar a Homs como lo que es: el mayordomo de Artur Mas. El hombre ha nacido para obedecer. Es el ventrílocuo del ex president
Mi inquina no es por las estupideces que suelta a la menor ocasión como si se le ocurriera a él: que si en Madrid se ha producido la triple alianza PP-C's-PSOE unidos Contra Cataluña, título de un libro escrito por Arcadi Espada, ganador del Premio Ciudad de Barcelona, que hace casi veinte años me permitió conocer el pensamiento del autor y la trastienda del pujolismo.
O que la abstención del PSOE era una actualización del triste Pacto de las Azores entre Bush (Rajoy), Blair (Fernández) y Aznar (Rivera), que provocó el "no a la guerra", y desencadenó la desestabilización y el horror en el Próximo Oriente que ahora el mundo paga con el terrorismo yihadista, y que especialmente padecen en sus carnes los sirios y los iraquíes.
No me extraña estas esperpénticas comparaciones de Homs porque en la primavera de 2010 tuve la mala ocurrencia de aceptar una invitación de Convergència para asistir a una cena presidida por el personaje de la corte de Mas que nos amenizo los postres con una soflama patriótica.
En lugar de la Fonda Europa de Granollers me sentí un marciano en el planeta de los simios.
En el 2010 el presidente de gobierno era el sin par José Luis Rodríguez Zapatero, a quien el clan de la ceja había apoyado, pero Homs hablaba de ZP como si fuera el mismísimo diablo de Mariano Rajoy.
Zapatero hacía poco que había pactado con Mas el Nou Estatut a espaldas del presidente de la Generalitat. Pero Madrid es Madrid. No puede evitarlo serlo. Madrid no es gato sino escorpión.
Para el nacionalismo, esté quien esté en el gobierno, la culpa es el inquilino de la Moncloa porque, como les enseñan en la escuela de párvulos nacionalista, no hay nada más parecido a un español de derechas que un español de izquierdas
La diatriba de que España tiene la culpa de todos nuestros males no la dirigía contra el PP, que estaba en la oposición, sino al PSOE.
Esté quien esté en el gobierno, la culpa es el inquilino de la Moncloa porque, como les enseñan en la escuela de párvulos nacionalista, no hay nada más parecido a un español de derechas que un español de izquierdas. Vamos, que no hay nada más parecido a un convergente que un cupaire...
La gente que procede de la fábrica JNC repite las mismas cosas desde que los marcaron en esa factoría de la Obra Predilecta de Pujol. Homs decía de los socialistas lo mismo que hoy dice de los populares.
Salí de la fonda maldiciendo la invitación que no había querido rechazar por cortesía pero, al menos, me ha servido para explicar quién es el chico de los recados que cada jueves retrata Polònia.