Los palmeros no son monaguillos, ni siquiera son acólitos, tampoco son cómplices silenciosos. Los palmeros y las palmeras --es justo reconocer que hay de todo género y condición-- no son un acompañaniento sin más, lo hacen con ritmo y cierto compás, incluso cuando son varios se atreven a hacer variaciones con contratiempos.
Detrás del eufemismo "ciudadanía organizada" se esconden bandadas de palmeros
Aunque existen especies autóctonas, estas figuras siempre aceptan estar condicionadas por el clima dominante. Detrás del eufemismo "ciudadanía organizada" se esconden bandadas de palmeros. Sus actuaciones suelen ser telegramáticas pero muy intensas, con la excusa de que su táctica coincide con la estrategia política hegemónica, también llamada "mandato popular". Por ejemplo, si el Milenario Movimiento Nacional (MMN) dice que la cultura de la desobediencia es condición incuestionable para alcanzar un clímax concreto, allá que van y actúan los palmeros para goce --entre gemidos y risitas-- de los militantes con pedrigrí. Sin un directivo del MMN delinque a sabiendas, para ocultar el hedor de sus legendarias cloacas, allá que aparecen los palmeros para regocijo del primero y sus monaguillos.
En ocasiones, el líder o la lideresa de este gremio del espectáculo reitera su compromiso con la reivindicación de un miembro del MMN, sea por el ansiado referéndum del sí o sí, por el incumplimiento de una sentencia de un tribunal, etc. El argumento compartido es siempre el mismo: un ataque a la democracia (sic), un ataque a Cataluña (doble sic). La posición del gran palmero o de la gran palmera está asentada en la superioridad moral que les otorga ser defensores de la gente. Da igual que sus apoyos vayan a quienes han desviado millones y millones de euros de dinero público de las necesidades y urgencias sociales, nada se cuestiona porque esa encubierta corrupción ha sido en beneficio de la liberación de un ente superior liderado por las élites: el pueblo, para unos; la nación para otros.
Otros que comenzaron como palmeros han aceptado ser organizados e integrados en el MMN, con una sencilla y primera operación matemática (Súmate), cuyo objetivo es que el resultado sea general, universal y que lo aglutine todo, todo. Luego aquél que es contrario a esa suma es calificado y tratado como un neofascista, sea cual sea su ideología.
Sin todos estos palmeros, nada hubiera sido posible durante las casi cuatro décadas de imposición graduada del ideario nacionalcatalán
Después de tantos años de palmas al compás, ha arraigado otro tipo: el palmero inmanente. Se trata de aquél que ha interiorizado con íntima convicción la semántica del MMN. Son una inmensa mayoría que se extiende más allá de las fronteras nacionales, convencidos de que sus palmas son las únicas progres, de izquierda se autodenominan. En lugar de España dicen Estado español, da igual el idioma que empleen. Pero si hablan en castellano dicen Girona y si lo hacen en catalán dicen Saragossa, etc.
Sin todos estos palmeros, nada hubiera sido posible durante las casi cuatro décadas de imposición graduada del ideario nacionalcatalán. Los palmeros han otorgado plena credibilidad a una parte muy considerable de las representaciones, de los preceptos y de las prácticas del glorioso MMN. Es admirable el éxito de esta estrategia, los palmeros así se lo han reconocido, y los que callan otorgan.