El filósofo y político italiano Marcello Pera, en su ensayo El relativismo, el cristianismo y occidente (2004), define a Europa como "rica, pero insegura e impotente para resolver el problema de su propia identidad y de su propio futuro".
Una de las consecuencias más graves de esa inseguridad es la vuelta al individualismo, a la exaltación de los valores patrios y a la idea de que "cualquier tiempo pasado fue mejor". Es el discurso populista de los partidos de extrema derecha en el Reino Unido, Polonia, Alemania, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Suecia, Ucrania, Hungría, Eslovaquia, Serbia, Grecia, Austria, Italia, Suiza, Francia, Bélgica, Holanda y Croacia. La lista es larga, demasiado. No tienen un programa definido, se limitan a derribar el presente y a aprovecharse del descontento y de la frustración de los ciudadanos que se sienten marginados, sin opciones, que miran de reojo a los inmigrantes a los que acusan de robarles las prestaciones sociales. El discurso en los países del norte es "los pobres nos invaden", y en los del sur es el de "nosotros somos los pobres y son los ricos del norte los que nos explotan". Con nombres tan ilustrativos como Auténticos Finlandeses, Amanecer Dorado o Partido Croata de los Derechos Puros, algunos de estos radicales han conseguido entrar en el gobierno de sus países. En Hungría, la formación Jobbik (Hungría mejor) se declara racista, antijudía y antigitana. En Dinamarca el Partido Popular Danés fue el segundo más votado y es el ideólogo de confiscar los bienes a los refugiados para pagar su "estancia" (medida que no se ha aplicado). Estos partidos sostienen que Europa nos perjudica al imponer normas que obligan a ceder parte de la soberanía de cada Estado en favor de unas instituciones que no son más que una fábrica de burocracia y de buenas palabras. El discurso de los extremistas es siempre negativo, y el mensaje cada día cala más.
Una de las consecuencias más graves de la inseguridad de Europa es la vuelta al individualismo, a la exaltación de los valores patrios y a la idea de que "cualquier tiempo pasado fue mejor"
La Unión tendrá que dar un paso adelante y demostrar a propios y ajenos lo que puede hacer por ellos. 2017 va a ser un año decisivo; en Francia y en Alemania hay elecciones y el Frente Nacional y Alternativa por Alemania tienen muchas posibilidades de acceder al poder, al menos como tercera o cuarta fuerza política. En las elecciones del pasado cuatro de septiembre, en el Estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, el partido extremista ha conseguido el segundo puesto y es la primera vez que eso ocurre desde la Segunda Guerra Mundial.
El 1 de octubre de 1999, Juan Pablo II proclamó a Santa Catalina de Siena, Santa Brígida de Suecia y a Santa Teresa Benedicta de la Cruz santas patronas de Europa. En su motu proprio, el pontífice escribía: "Para edificar la nueva Europa sobre bases sólidas, no basta ciertamente apoyarse en los meros intereses económicos, que, si unas veces aglutinan, otras dividen; es necesario hacer hincapié más bien sobre los valores auténticos, que tienen su fundamento en la ley moral universal, inscrita en el corazón de cada hombre. Una Europa que confundiera el valor de la tolerancia y del respeto universal con indiferentismo ético y el escepticismo sobre los valores irrenunciables, se embarcaría en una de las más arriesgadas aventuras y, tarde o temprano vería retomar bajo nuevas formas los espectros más terribles de su historia".
Los espectros ya están aquí y, por lo visto, son imparables, han venido para quedarse.