El próximo 15 de octubre se celebran primarias en el PSC. El socialismo democrático y Cataluña viven tiempos convulsos. De ahí que las primarias tengan una relevancia que en otros momentos no tendrían. Los problemas de la socialdemocracia no son exclusivos ni del PSOE ni del PSC. Podríamos decir que la socialdemocracia en Europa ha muerto de éxito. A la socialdemocracia debemos el Estado del bienestar y la extensión de las libertades individuales. Una aportación histórica que merece el máximo respeto. Pero no ha sabido adaptarse a los cambios socioeconómicos producto de la globalización.
En España, además, la crisis le estalló al PSOE estando en el gobierno y, tras la caída de Zapatero, ha sido incapaz de defender su legado y renovar su discurso. A los problemas de la socialdemocracia europea, en general, y a los de la española, en particular, al PSC se le suma su subordinación histórica al nacionalismo catalán (el temor reverencial, mezcla de admiración y miedo, de muchos dirigentes socialistas ante Pujol en los 80 y 90 fue obsceno).
A los problemas de la socialdemocracia europea, en general, y a los de la española, en particular, al PSC se le suma su subordinación histórica al nacionalismo catalán
Por eso Cataluña ha pasado de ser, junto a Andalucia, el granero de votos del socialismo español, a obtener en las últimas elecciones generales apenas un 16% de los votos, por debajo de la media del resto de España.
Dicho lo anterior, es evidente que el PSC necesita, si quiere sobrevivir, renovarse. En las personas, en sus burocráticas estructuras y en sus ideas. Pero ya hemos visto que la solución a los problemas del socialismo no se resuelven por elegir a dirigentes jóvenes, que den bien ante las cámaras y repitan eslóganes mal aprendidos. Al contrario, una mala elección sólo hará que acelerar la descomposición del PSC. Y, permítanme que me moje, creo que Núria Parlon no sería una buena elección. No he visto en ella más que el tacticismo propio de los políticos sin pensamiento propio. Ni ética de la responsabilidad, ni tan siquiera de las convicciones. Tan sólo habilidad para arrimarse al sol que parece que más calienta. Un reciente tuit posicionándose contra las resoluciones del TC en línea con la campaña independentista de confrontación con los tribunales es una prueba fehaciente de lo que quiero decir.
Un nuevo liderazgo insustancial, sin fondo ideológico, sólo haría que acelerar la destrucción del PSC
Miquel Iceta, al margen de mis discrepancias con algunos de sus posicionamientos, es un político profesional en el mejor sentido de la palabra. Sabe de lo que habla --cosa rara entre los políticos actuales--, tiene ideas propias y es consciente de lo que la socialdemocracia significa. No es un aventurero sin creencias. Sabe lo que es la ética de la responsabilidad y sus legítimas ambiciones personales están muy atemperadas por los años. Ha aguantado electoralmente mejor de lo esperado por esas virtudes. Desde luego, no es un líder carismático y tiene mucho trabajo por delante y ninguna garantía de éxito. Pero el socialismo catalán no va a sobreponerse a su decadencia de 30 años perdiendo los pocos referentes que le quedan. Un nuevo liderazgo insustancial, sin fondo ideológico, sólo haría que acelerar la destrucción del PSC. Y, en otras circunstancias, eso no me preocuparía lo más mínimo. Pero en Cataluña, hoy, y ante la ofensiva independentista, creo que sería una muy mala noticia.