Ya está en marcha el esperado juicio por las tarjetas Visa opacas que los consejeros y altos directivos de Caja Madrid disfrutaron durante largo tiempo para satisfacer sus gastos privados. El asunto ha hecho correr ríos de tinta impresa. Pero lo cierto es que la cuantía del infame chanchullo no alcanza un bulto desmesurado. Se limita a 12 milloncejos, una gota en el océano insondable de desfalcos y operaciones ruinosas que anegó las cajas de ahorros en el curso de la pasada burbuja especulativa.
En realidad, los prebostes de la entidad se apropiaron en total de 15,5 millones. Sin embargo, una parte de esta suma, 3,5 millones, corresponde a gastos realizados entre 1999 y 2003. Por tanto, está prescrita y no se les podrá juzgar por ella.
Ocupan el banquillo 65 ex gestores, consejeros y vocales de la asamblea de la caja, con los ex presidentes Miguel Blesa y Rodrigo Rato al frente. En su mayoría están asistidos por los togas de oro más caros del foro celtibérico.
La composición del supremo órgano de gobierno de Caja Madrid era algo bastante parecido a los sindicatos verticales del franquismo
La composición del supremo órgano de gobierno de Caja Madrid era algo bastante parecido a los sindicatos verticales del franquismo. Allí sentaba sus reales una colección de amanuenses, paniaguados y amiguetes del PP, PSOE e Izquierda Unida, amén de delegados de los sindicatos UGT y Comisiones Obreras. Incluso había miembros de la gran patronal española CEOE y de su pandilla madrileña. Lo más perverso de tal verticalidad viene determinado precisamente por una estricta relación de dependencia y subordinación del estrato superior máximo, que es justo lo que ocurría en Caja Madrid.
Este mejunje indigerible e impresentable de políticos, sindicalistas y empresarios de postín se coronó con la guinda que querría para sí todo pastel, nada menos que el ex jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno.
Con semejantes mimbres, Miguel Blesa tejió un escudo inexpugnable de impunidad. Así pudo dedicarse en cuerpo y alma a su único objetivo personal: hacerse rico lo más rápidamente posible y vivir a cuerpo de rey a costa de las arcas de la caja. Gracias a las dichosas tarjetas black, Blesa repartió mordidas a destajo a los miembros de sus centros de mando.
Cuando estalló la crisis y la institución cayó en barrena, la sumisa clase política enmudeció. Ni siquiera el Banco de España, con el socialista Miguel Ángel Fernández Ordóñez al frente, osó abrir el pico.
Los gastos sufragados por los señores titulares del plástico gratis total pasarán a la historia de este país como una de las manifestaciones más desvergonzadas, groseras y ruines del establishment
Los gastos sufragados por los señores titulares del plástico gratis total pasarán a la historia de este país como una de las manifestaciones más desvergonzadas, groseras y ruines del establishment. Cómo calificar, si no, los millones de euros malversados en restaurantes y hoteles de lujo, o en compra de lencería, aparatos electrónicos, bebidas alcohólicas, entradas de discotecas e incluso de clubes de mala nota. En el colmo de la desfachatez, Spottorno se autoconcedió el homenaje de cargar a su cartulina VIP un "masaje filipino", que vaya usted a saber qué demonios es.
El desfile de los acusados rememora uno de ladrones de guante blanco, traje y corbata. Está previsto que las sesiones se prolonguen varios meses y que la vista quede conclusa para sentencia poco antes de Navidad.
Ya se verá si los magistrados aprecian materia delictiva en la tenencia y uso de las Visas de Caja Madrid ocultas al fisco. Pero me temo que el pueblo soberano ya ha dictado sentencia. Ésta, desde luego, no es benigna con los inculpados.