¿En qué libertad piensan los separatas cuando exigen libertad para Cataluña? Debo confesar que la petición es asombrosa. ¿Acaso no hay libertad en Cataluña?
Veamos, Cataluña forma parte de un Estado de derecho, disfruta de todas las libertades políticas que los Derechos Humanos consagraron, hay plena libertad de expresión, incluso se permiten el lujo de pedir la separación de España en contra de los derechos del resto de los españoles.
La casta política catalanista, constituida como clase social supremacista, detenta el poder de manera absoluta y dispone de los presupuestos del Estado en beneficio exclusivo a través de la Generalitat
¿A qué libertad de Cataluña se deben referir? Porque es una de las comunidades donde una casta política transversal (la catalanista), constituida como clase social supremacista, detenta el poder de manera absoluta y dispone de los presupuestos del Estado en beneficio exclusivo a través de la Generalitat. Controlan los medios de comunicación, las instituciones municipales, educativas, culturales... ocupan en exclusiva sus puestos de trabajo, las dirigen sus hijos en régimen de monopolio, sus sueldos están por encima de la media laboral de Cataluña y, por supuesto, del resto de España. Su astucia para convertir la identidad en clase social, ha logrado crear el relato de un pueblo catalán auténtico luchando por su supervivencia, frente al resto, a los que consideran enemigos de Cataluña. Sean de origen catalán o no.
Todo empezó con el lenguaje: la "minoría catalana" en el Congreso como representación de Cataluña. Jordi Pujol estaba detrás de la manipulación. Fue la marca de territorio que falsificó la realidad de la representación de Cataluña. Socialistas, comunistas y populares no eran catalanes. Se apropiaron de la identidad catalana, la convirtieron en un sagrario, y en sacrílego a todo quien cuestionara la superstición. Después pervirtieron el lenguaje político tornándolo en lenguaje futbolístico. Y como en el fútbol, la razón y la equidad quedan excluidas. Ya no importa si es penalti o no, lo que importa es si va a favor o no de mi equipo. En eso estamos. El triunfo de la clase social transversal catalanista. El supremacismo que muestra TV3 cada minuto de nuestra existencia.
Precisamente, esa casta catalanista es la responsable de la pedagogía del odio contra España a base de lanzar campañas insidiosas, como "Espanya ens roba", "Espoli fiscal de l’Estat" o "Portem tres-cents anys d'esclavitud".
¡Qué esclavos tan extraños! Deben ser los primeros esclavos de la historia que viven mucho mejor y mandan más que sus amos. Quizás por eso tengan tanto tiempo para preparar los juegos de parvulario de cada Once de septiembre...
Deben ser los primeros esclavos de la historia que viven mucho mejor y mandan más que sus amos
¡Y qué colonos tan estúpidos! Son despreciados por los pobres esclavos catalanistas como el ejército de ocupación. Un ejército formado por albañiles, jornaleros, electricistas y fontaneros, personal de limpieza, camareros, cocineros, taxistas o parados, todos ellos fácilmente distinguibles por hablar mayoritariamente la lengua española y haber llegado del resto de España con el fardel bajo el brazo. También algunos maestros, lo que queda de la Guardia Civil y algún funcionario adaptado al cambio climático del procés.
El mundo al revés. No es nuevo. Desde finales del siglo XIX la clase social burguesa, blindada tras el catalanismo, puso énfasis en desviar la lucha de clases a la fricción nacional. El lerrouxismo fue la primera víctima de su técnica de satanización. A partir de su demonización, la bandera escondía la cartera, y la emancipación social era sustituida por la emancipación nacional. Hoy, las banderas rojas de las reivindicaciones obreras han sido literalmente sustituidas por un aquelarre obsceno de esteladas, enarboladas, en buena medida, por una izquierda definitivamente perdida en ese parchís preescolar de cada Once de septiembre.
A juzgar por las exclusiones de estos últimos cuarenta años, pareciera que cuando piden libertad para Cataluña, en realidad lo que pretenden es inmunidad para sus atropellos: carta blanca para imponer el monolingüismo, delinquir sin que tribunal alguno pueda juzgarlos, eliminar toda disidencia mediática, ideológica, nacional o étnica sin tener que dar cuenta a nadie, rebelarse contra el Estado de derecho y la soberanía nacional de España sin sufrir sus consecuencias; en una palabra, blindarse ante el 3% y ante cualquier limitación del poder corrupto que monopolizan desde la Transición.