La comparecencia de Luis de Guindos en la Comisión de Economía sobre el caso Soria fue como era previsible. José Manuel Soria era el mejor, era un decisión técnica para elegir a un profesional de la política desde 1995 y elegido por cargos del ministerio, todos puestos por él y la mayoría del PP, blablabla. Lo más surrealista fue reconocer que habían forzado a dimitir a Soria por el escándalo generado en la opinión pública. Pero siguiendo ese criterio, ¿por qué no dimitió Mariano Rajoy tras los SMS a Luis Bárcenas, por romper su ordenador a martillazos, por la imputación del PP, o cuando entró la policía judicial en la sede Génova, etcétera?
PSOE y Podemos han pedido la dimisión del ministro por mentir desmontando todos sus absurdos argumentos, que el 90% de los españoles sabemos que son mentira. Pero ética y PP es como desierto del Sáhara y lluvias.
Guindos ha dicho --sin ruborizarse-- que la dignidad es un concepto jurídico difícil de definir igual que la honorabilidad, y se ha metido en un jardín poniendo de ejemplo el criterio de elección de consejeros de los bancos.
Lo dice el consejero de Lehman Brothers que vendió cuotas participativas de la CAM en 2008; que valoró la caja en 5.000 millones y luego tenía un agujero de 15.000 millones que hemos pagado todos los españoles. Sin olvidar que fue quien desde PWC elaboró el informe de fusión de las cajas gallegas que solicitó Núñez Feijóo (también quebradas); que fue presidente de comité de auditoria de BMN, caja rescatada por él mismo incumpliendo la ley de incompatibilidad. Hoy presentará su libro y tendrá la desvergüenza de culpar a José Luis Rodríguez Zapatero de no ver la crisis.
El déficit no se habrá reducido nada en 2016 a pesar de crecer al 3%, cerrar el presupuesto de gasto en julio y con el BCE comprando 80.000 millones de deuda pública en 2016 a tipos próximos al 0%
Lo que no era previsible es que fuera tan claro en sede parlamentaria con los compromisos que ha asumido con Bruselas. Reconoce que para cumplir el objetivo de déficit es necesario aprobar en el Parlamento el anticipo a cuenta del impuesto de sociedades que espera recaudar 6.000 millones. O sea, que si no lo aprueba, el déficit no se habrá reducido nada en 2016 a pesar de crecer al 3%, cerrar el presupuesto de gasto en julio y con el BCE comprando 80.000 millones de deuda pública en 2016 a tipos próximos al 0%.
En abril de 2012 Guindos envió a Bruselas su primer programa de estabilidad y dijo que en 2015 el déficit sería del 1% y la deuda pública quedaría en el 80% del PIB. Cerró 2015 con un déficit del 5,2%, una desviación de 40.000 millones, y la deuda pública en el 100% (una desviación de 200.000 millones). Ayer reconoció en el Congreso que el 15 de octubre debe comunicar a la Comisión las acciones correctivas exigidas que suponen recortes de 5.000 millones en 2017 y otros 5.000 en 2018. Y tienen que ser estructurales. Por lo tanto, el anticipo a cuenta deberá ser sustituido por otro recorte de 6.000 millones.
Este economista observador lleva mucho tiempo advirtiendo de los efectos desastrosos de la política fiscal del Gobierno. La realidad es como un grifo abierto, al principio mancha el fregadero pero con el tiempo perfora el acero inoxidable. Guindos y Rajoy han engañado a Ciudadanos ocultando estos recortes y pactando aumento de gasto que sabían que no iban a cumplir. En Ciudadanos hay dos opciones y no se cuál es peor: o no eran conscientes de que habría que hacer esos recortes y viven en el limbo, o eran conscientes y ya son el PP 2.0.
Guindos ha reconocido que va a prorrogar el presupuesto de 2016, lo que supone más recortes para cumplir el compromiso de déficit. Y ha advertido que el nuevo Gobierno, en cuanto sea elegido, deberá presentar los recortes de 5.000 millones o los españoles seremos multados con 5.000 millones, el doble del gasto en infraestructuras del ministerio de Fomento en 2016.
Que Sánchez y su equipo piensen que se puede acometer un recorte de déficit de 10.000 millones con 85 escaños explica por qué el PSOE se ha convertido en el camarote de los Marx
Es increíble que el PP siga teniendo la confianza de millones de españoles para gestionar la economía. El PSOE ha perdido esa confianza y cada día se aleja más de volver a ser una alternativa de Gobierno confiable para una izquierda posible, como lo fue Felipe González en cuatro ocasiones y Zapatero en dos elecciones. Pedro Sánchez también ocultó esos recortes en su programa electoral del 20D y en el pacto que hizo con Ciudadanos en febrero. Le criticó a Rajoy tapar recortes en su investidura hace un par de semanas y anunció contactos con otros partidos para intentar una investidura y volver a ocultar los recortes. Que Sánchez y su equipo piensen que se puede acometer un recorte de déficit de 10.000 millones con 85 escaños explica por qué el PSOE se ha convertido en el camarote de los Marx.
Si nada cambia y vamos a terceras elecciones, no es seguro que después se puede formar Gobierno, y el proceso se puede dilatar sine die. Por suerte, España está bajo las compras del BCE. Si no fuera por eso, ya habríamos sido rescatados de nuevo hace tiempo y nuestra prima de riesgo estaría en llamas. En 2018 el BCE dejará de comprar bonos y España tendrá que emitir unos 300.000 millones de deuda pública y el doble de deuda privada en los mercados.
Si hubiera vida inteligente en el PSOE, estarían virando para una abstención con duras condiciones, forzando al PP para volver a incumplir sus promesas subiendo impuestos y haciendo recortes sin poder culpar a Zapatero. Tendrían dos años para rearmarse, hacer un programa económico socialdemócrata solvente y posible para recuperar la confianza de los españoles, sobre todo los jóvenes. Pero parece que quieren ir a terceras elecciones con un líder cuestionado por su partido, sin relato y ningún apoyo mediático contra el PP, que tiene el apoyo de la sexta flota.
Las encuestas son favorables al PP, Rajoy va a volver a sacar mayoría en Galicia y está encantado de ir a terceras elecciones. Hoy Rajoy presentará el libro a Guindos diciendo cómo Zapatero arruinó la economía y ellos evitaron el rescate. Mienten y lo saben, pero una buena parte de la sociedad les vota y los incentivos son favorables a la mentira. Y los economistas sabemos que los incentivos los carga el diablo.
Como nos enseñó Keynes, cuando piensas que va a llegar lo inevitable, sucede lo imprevisto. Veremos cómo acaba este enredo.