Hace pocos días oí comentar a una dirigente socialista que las primarias, en los partidos, eran un ejercicio de "gimnasia participativa". La susodicha sostenía la tesis de que mediante ese método, y gracias al contraste de opiniones, el debate interno en las organizaciones políticas se oxigenaba y fortalecía. Confieso que el uso de la palabra gimnasia me transporto a tiempos pretéritos. Sí, a aquellos en que García Oliver --dirigente anarquista y, sin embargo, ministro de justicia en el gobierno de Largo Caballero-- glosaba la "gimnasia revolucionaria" de los putsch del Alto Llobregat y Casas Viejas como prolegómenos de la ansiada Revolución... pero ese sería otro tema.
En unas circunstancias tan complejas como las actuales, a uno le cuesta comprender por qué, en el seno del PSC, algunos se arriesgan a la "gimnasia participativa"
Estoy convencido de que la renovación, y democratización, de los partidos políticos es una condición sine qua non para lograr el funcionamiento optimo de la democracia en España. En ese contexto las primarias pueden ayudar a socializar la toma de decisiones, perfeccionar la selección de candidatos y avanzar en la transparencia. Nada opaco es atractivo, nada decidido de antemano, por otros, es considerado como propio. Pero, si somos honestos con nosotros mismos, convendrán conmigo que el ensayo de las primarias además de participativo es competitivo y, por tanto, conflictivo. Elemento este último que altera la paz interna a la que aspira toda formación política.
España y Cataluña llevan tiempo deshojando sus respectivas margaritas. La fragmentación parlamentaria y el chantaje político de los 'decisivos' están a la orden del día. Casi todos los partidos, parafraseando a San Juan de la Cruz, viven sin vivir en ellos...
Y ustedes me perdonaran pero, en unas circunstancias tan complejas como las actuales, a uno le cuesta comprender por qué, en el seno del PSC, algunos se arriesgan a la "gimnasia participativa". ¿Acaso no perciben que, en este momento, la musculatura del socialismo catalán no está para esos trotes? Plantearse ejercicio de potro y trampolín precisamente ahora es una irresponsabilidad porque no hay colchoneta. Aún lo es más si observamos que al frente de la dirección del PSC hay un tipo con criterio y cultura política suficiente: Miquel Iceta. Difícil de comprender en frío todo este embrollo; a no ser que algunos practiquen la gimnasia revolucionaria de los putsch esperando su revolución particular.