“Los políticos son siempre lo mismo. Prometen construir un puente aunque no haya río”. Frase del todopoderoso líder soviético Nikita Jrushchov que la podemos aplicar al Congreso español porque se ha reabierto el circo para una nueva investidura. Investidura llamada a fracasar salvo que en la segunda votación algunos traidores desaparezcan de la arena. O se guarden bajo el asiento, según comentan por los alrededores del circo-Congreso algunos socialistas cabreados. Decepcionante. Quieren construirnos un puente entre varios partidos para ir a la otra orilla con Gobierno, pero no hay río que cruzar. Sólo arena. Sólo desierto de ideas y de futuro.
Los políticos juegan y han jugado con nosotros como si fuésemos niños. Negocian, cambian cromos, intercambian sillas y siguen dando vueltas a la mesa
Y la decepción será grande. Media España ya está decepcionada y aburrida. La otra media va por el mismo camino. Porque hasta viejas glorias de la derecha ya están hasta el gorro, por no utilizar otros palabros, que ellos sí utilizan. Parte de la derecha ya está, también, decepcionada. Y mucho. Con estos jefes de la derecha que buscan mantenerse en el poder, o acceder a él, apoyados en un puente imposible para superar un río de corrupción. Demasiado ancho es el lodazal para superarlo con un solo arco. Se hundirá. Y la decepción será inmensamente mayor.
Ciudadanos está empeñado en construir el puente cueste lo que cueste. Para crear esperanza. Para evitar la decepción. Pero no evitarán el precio que van a pagar. Comentan que si no lo consiguen ahora lo intentarán de nuevo la última semana de septiembre o primera de octubre. Una segunda investidura. Tras las elecciones vascas. Por ahí el puente puede llegar al País Vasco. Y algo de agua superará, que para eso es el norte y, de vez en cuando, llueve. Y si llueve poco y hay que ir a otras elecciones en Navidad, el cauce seco invitará a los protagonistas de este cansino circo a seguir el cauce y alejarse de la política. Para no decepcionar más.
Porque los políticos juegan y han jugado con nosotros como si fuésemos niños. Negocian, cambian cromos, intercambian sillas y siguen dando vueltas a la mesa. Y más vueltas. Y nosotros, los ciudadanos, y también los medios de comunicación, les reímos las gracias como a los niños en su persecución alrededor de una mesa. En vez de mandarlos al infierno y no hablar de política en lo que resta de año. ¡Que se vayan al infierno con sus incapacidades y sus decepciones! Con sus engaños. Con sus negociaciones falsas. Con su incompetencia. Con sus mentiras a la ciudadanía. Porque sólo piensan en ellos. No en los ciudadanos, como falsamente predican por las televisiones. ¡Qué decepcionante!
O en el circo-Congreso. Promesas contra la corrupción. De risa. Y van los diputados circenses y aplauden. Debe de haber en el diccionario distintos enunciados sobre la palabra corrupción. Otra gran decepción.
Toca pelear. También al ciudadano. Y salir de la modorra. Y gritar. Y echarse a la calle. Y echar a los incompetentes de los puestos de decisión de los partidos. Y mucho más del gobierno. Toca rebelarse. Ya está bien de que nos tomen el pelo. Ya está bien de decepciones.