¡Pasa para el gallinero, Quico!
Primera ley de Homs: toda actividad política emprendida por Quico Homs se saldará con el más inapelable de los fracasos. Dicha ley se ha visto confirmada recientemente --¡una vez más!-- en Madrid, donde el Sabio de Taradell decidió echarle una manita al PP y éste se lo agradeció dejándole sin grupo propio en el Congreso y en el Senado. Aunque notable, la inteligencia de Quico no es sobrehumana; por eso no se le ocurrió que igual lo de la desconexión no sentaba bien entre sus nuevos amiguitos, como así parece haber sido. De todos modos, él ha preferido tomarla con Ciudadanos, pues tampoco parece haber reparado en que la principal misión de ese partido es hacerle la vida miserable a él y a los de su cuerda, como llevan tiempo comprobando los esforzados europarlamentarios nacionalistas Ramón Tremosa y Josep Maria Terricabras, sin ir más lejos.
Solo le faltó añadir que en el grupo mixto se conoce gente de todas partes y se amplía el círculo de amistades
Al pobre Quico no se le ha puesto cara de tonto porque ya la traía de fábrica, pero se ha pillado un rebote considerable. Entre otros motivos porque si no tienes grupo parlamentario, te cae menos dinero público y te quedas sin una buena parte de la necesaria contribución de los españoles a la hora de librarte de ellos. De ahí la brillante idea de pedir asilo y santuario a ERC: así se reeditan las glorias de Junts pel Sí y se pillan unos monises. Lamentablemente, en ERC no estaban mucho por la labor, como se encargó de explicar Joan Tardà en un acto de cinismo de una desfachatez asombrosa. Según Tardà, cuantas más voces separadas defiendan en Madrid la Cataluña catalana, mejor que mejor. Por eso vino a decirle a Quico, desde su confortable butaca en platea, que iba a estar divinamente en el gallinero. Solo le faltó añadir que en el grupo mixto se conoce gente de todas partes y se amplía el círculo de amistades. En TV3 dijeron que el PDC renunciaba a integrarse en el grupo de ERC, supongo que porque sonaba mejor que reconocer que Tardà le había dado a Quico con la puerta en las narices.
Para que el Sabio de Taradell no se sintiera tan solo, Artur Mas salió a decir que las fuerzas del mal quieren acabar con lo que queda de Convergencia, como si de eso no se hubiese encargado ya él, ¡y con ahínco!, durante los últimos años. Igual le ofende que creamos que necesita ayuda para desintegrar la secta que fundó Jordi Pujol, pues es evidente que se basta y se sobra para llevar a buen puerto esa misión. Pero el Astut me reconocerá, eso sí, que una ayudita de Quico nunca viene mal: si disfrutas resbalando sobre una piel de plátano, sacándote un ojo al pisar un rastrillo o pegándote un tiro en el pie, el Sabio de Taradell es un guía imprescindible.