Las antiguas cúpulas de Bancaja y su filial Banco de Valencia están citadas a declarar para mediados de septiembre en la Audiencia Nacional. Hasta 23 exmiembros de sus consejos de administración habrán de deponer ante la jueza Carmen Lamela en calidad de “investigados”, figura jurídica que ha sustituido a la de “imputados”.
Se les acusa de haber aprobado la concesión de varios créditos por importe conjunto superior a los 500 millones de euros a la sociedad Grand Coral, que realizó copiosas inversiones en las zonas mejicanas de Riviera Maya y Baja California. Tal promotora tenía de socios a la propia caja y a varios avispados empresarios levantinos que se hicieron de oro a costa de la entidad.
De los 500 millones prestados, 140 se evaporaron cuando iban camino a Méjico y adquirieron forma de depósitos en Suiza y Andorra
Los préstamos resultaron fallidos, pero los gerifaltes de la caja decidieron renovarlos, a pesar de que no cumplían los requisitos mínimos. Las inefables aventuras caribeñas de Grand Coral se saldaron con unas pérdidas de 220 millones para la caja.
Dicha suma equivale, sobre poco más o menos, a los beneficios cosechados por ella en todo el ejercicio de 2009, que fue el último en que se dispensaron facilidades a la compañía de marras.
Pero lo más llamativo de todo este enredo es que de los 500 millones otorgados a Coral, 140 se evaporaron cuando iban camino a Méjico. Tiempo después aparecieron, por arte de birlibirloque, en forma de depósitos en cuentas bancarias sitas en Suiza y Andorra.
Entre los encartados figuran Antonio José Tirado, que fue mandamás de Banco de Valencia; Rafael Ferrando, exlíder de la patronal autonómica Cierval; los socialistas José Cataluña y Eduardo Montesinos; y Manuel Escámez, exdirector general de la Bolsa de Valencia.
Bancaja estaba comandada por el popular José Luis Olivas cuando concedió sus favores crematísticos a los ladrilleros Juan Vicente Ferri y José Salvador Baldos. Ambos eran, casualmente, amigos íntimos de Olivas. La Audiencia Nacional no ha citado a este último porque ya es objeto de pesquisas por los mismos hechos. Olivas también está imputado en el escándalo del naufragio de Bankia.
Bancaja es un caso más entre otros muchos que ocasionaron enormes quebrantos a las cajas. Pero el impresionante volumen de su “agujero” ejemplifica como pocos el frenesí despilfarrador de las instituciones de ahorro, dirigidas por una colección de desaprensivos que jugaron con el peculio de los depositantes como si estuvieran en la mismísima Jauja.
Bancaja financió incalificables trasiegos inmobiliarios alejados de la más mínima lógica empresarial
En vez de dedicarse a su negocio medular, esto es, a tomar y prestar dinero de los clientes de la Comunidad Valenciana, Bancaja financió incalificables trasiegos inmobiliarios alejados de la más mínima lógica empresarial.
La jueza Lamela trata ahora de desbrozar el camino. A la luz de los hechos que se van conociendo, abriga serias sospechas de que los responsables de la institución incurrieron en delitos de apropiación indebida y administración desleal.
En todo caso, operaciones como la de Grand Coral explican con precisión quirúrgica el estado comatoso de la inmensa mayoría de las cajas. Valga añadir que la cadena de quiebras en que desembocaron coincide punto por punto con el intervencionismo descontrolado que una caterva de cargos políticos ejerció en sus máximos órganos de gobierno.