Hay cosas que son sencillamente intolerables y no me puedo explicar cómo durante tantos años los sucesivos gobiernos de España han ido permitiendo, por incompetencia, dejación o simplemente mirando hacia otro lado, que los tunantes nacionalistas que nunca dejaron de pretender lo que ya dicen abiertamente, como es la independencia pura y dura, fueran depositando sus perversas simientes en todos los centros de influencia de Europa y del resto del mundo a su alcance.
Y tenemos, por tanto, un conjunto de comandos activos por doquier que operan clandestinamente y a espaldas de las embajadas oficiales españolas, averiguando cómo, cuándo y dónde es conveniente actuar inoculando el veneno necesario en favor de la causa. Todo ello, pérfidamente canalizado hacia el centro de poder del Govern de la Generalitat, consolida una trama de acciones que deberíamos reconocer, de notable eficacia desde la autopropaganda que ellos mismos se hacen, puesto que la repercusión social o mediática allá donde van es tendente a cero, aunque el veneno ya haya sido inoculado.
'Comandos activos' operan clandestinamente y a espaldas de las embajadas oficiales españolas, averiguando cómo, cuándo y dónde es conveniente actuar inoculando el veneno necesario en favor de la causa independentista
Ese centro de mando estratégico se sitúa en un ente llamado Diplocat que se encarga de mantener encendidas las luces activas de todos los comandos en el panel geográfico que les interesa, con una asignación de presupuestos alarmante en cuanto a número de personas, sueldos de todos los agentes, costos de alquiler de los espacios físicos celulares, viajes, dietas y organización de todo tipo de eventos en los países objeto de su toxicidad, que por supuesto pagan ellos como impulsores. Y el pueblo llano pagamos todo ello con nuestros impuestos sin que se nos diga a donde van.
Y, construida la red y el escenario, "vamos a contar mentiras, tra la ra". Que si no transmiten más que el mandato del pueblo catalán, que si Cataluña se halla oprimida y esclavizada después de años de invasión, que si además se nos roba sistemáticamente el producto de nuestro esfuerzo, que se condena a muerte nuestro idioma y costumbres, que si se silencia el clamor popular por la libertad, y un largo etcétera de lindezas parecidas.
Además, se encarga transmitir esa sarta de mentiras a una serie de personajes iluminados, de los cuales he conocido a unos cuantos, que llevan bien cargaditas sus alforjas de baterías para que no decaiga la iluminación de las bambalinas; a los cuales, frente al desconcierto internacional generado por movimientos populistas, bréxits e inseguridades identitarias, se les ha enseñado a nadar como peces en el agua.
Y eso solo se arregla dejando de suministrar la energía que les alimenta, o vaciando el estanque.
La dejación que les ha permitido esa perversa labor de apostolado basada en toda una sarta de mentiras, falsos mandamientos y lecturas de la historia, debe ceder urgentemente el paso a una decidida acción de nuestro protagonismo internacional que regenere e intensifique la labor diplomática española con el necesario orgullo de gran país, precisamente por nuestra diversidad y riqueza cultural, silenciando definitivamente a los contadores de cuentos, mentirosos compulsivos o a los aprovechados que sobreviven en ríos revueltos, así como a todos aquellos mercenarios de la política que intentan dinamitar nuestra cohesión y partirnos en pedazos, generando en el intento heridas que difícilmente cicatrizarán bien si seguimos así.