Los precios de petróleo Brent han caído en torno al 70% entre junio de 2014 y el pasado enero, cuando tocaron los 28 dólares por barril, aunque en las últimas semanas se han recuperado hasta la zona de los 50 dólares.
El ajuste se inició como respuesta a una situación de exceso de oferta, tras la entrada de nuevos productores en el mercado con la revolución del shale oil en Estados Unidos, pero la caída de los precios se aceleró con el giro estratégico dado por Arabia Saudita en la reunión de la OPEP del 27 de noviembre de 2014.
Como productor dominante, Arabia Saudita solía actuar como estabilizador del mercado, asumiendo el peso de un ajuste (al alza o a la baja) en el objetivo de producción de la organización. Sin embargo, en aquella reunión, Arabia Saudita optó por defender su cuota de mercado, intentando frenar el avance del shale oil.
Pese al 'shock' positivo de oferta en el mercado de petróleo, no se ha observado un impacto neto positivo sobre el crecimiento mundial
Desde la segunda mitad de 2015 y hasta el pasado enero, la corrección del precio del petróleo vino sobre todo de la mano de una mayor incertidumbre sobre la evolución de la demanda ante las dudas sobre la economía china, y ya al comienzo de este año, se añadieron los temores a que la economía estadounidense pudiera entrar en recesión. Este nuevo origen reforzó la correlación positiva entre bolsa y petróleo.
Un shock positivo de oferta en el mercado de petróleo debería, teóricamente, haber impulsado el crecimiento económico global a través de una redistribución de rentas desde países exportadores hacia países importadores, ya que la propensión marginal al consumo es más alta en los segundos y un aumento de la inversión, inducido por la mejora en la rentabilidad por el abaratamiento de un input para la producción como es la energía.
Sin embargo, pese al shock positivo de oferta, no se ha observado un impacto neto positivo sobre el crecimiento mundial. Según el BCE y el FMI, los motivos han sido varios y van desde el impacto severo que el desplome del crudo ha tenido sobre el crecimiento en los países productores, hasta el limitado efecto que sobre el consumo privado ha tenido en los países importadores, pasando por los significativos recortes de la inversión en el sector de la energía, no solo en los países exportadores sino también en países importadores, o el que los hogares han continuado avanzando en su proceso de desapalancamiento, por lo que el aumento de renta disponible que ha creado el ahorro en la factura energética se ha dedicado más al ahorro.
Y todo ello sin contar con el hecho de que en Estados Unidos, en particular, donde las empresas del shale oil, que financiaron su expansión con endeudamiento, están pasando ahora por graves apuros financieros ante la pérdida de ingresos y con las mayores restricciones de acceso al crédito, o que en los países avanzados el efecto desinflacionista de los menores precios del petróleo ha hecho que suban los tipos de interés reales, al estar ya los tipos de interés de política monetaria próximos a cero.
La AIE estima que el descenso de la producción en los países no OPEP, principalmente Estados Unidos, y el buen comportamiento de la demanda de petróleo, previsiblemente cerrarán el exceso de oferta en la segunda mitad de 2016, devolviendo al mercado de petróleo a una situación de equilibrio.
El hecho de que las mejoras en la eficiencia hayan bajado el umbral de rentabilidad en la producción del shale oil, sugiere que la estabilización del mercado llegará con un nivel de precios sensiblemente más bajo que el que había hace dos años, y aunque hasta ahora no haya sido así, lo razonable es pensar que en el largo plazo, el impacto sobre el crecimiento económico de unos precios del petróleo más bajos, sea positivo.
Post-it
El petróleo de esquisto (en inglés, shale oil) es un petróleo no convencional producido a partir de esquistos bituminosos mediante distintas técnicas. Estos procesos convierten la materia orgánica contenida dentro de la roca en petróleo sintético y gas. El petróleo resultante puede ser utilizado como combustible o ser mejorado para ajustarse a las especificaciones del material que alimenta una refinería mediante el agregado de hidrógeno y la eliminación de impurezas tales como azufre y nitrógeno.