Como escritor, como divulgador de la cultura y como polemista, Simon Leys es mejor que Christopher Hitchens. De hecho, si no me atrevo a afirmar, como han hecho otros, que es el mayor ensayista francés de la segunda parte del siglo XX, está fuera de duda que su mente es mucho más interesante y su juicio bate claramente al famoso polemista británico con el que cruzó algunas palabras a propósito de la madre Teresa de Calcuta.
Está fuera de duda que la mente de Leys es mucho más interesante y su juicio bate claramente a Hitchens, con el que cruzó algunas palabras a propósito de la madre Teresa de Calcuta
Por suerte, la editorial El Acantilado viene publicando su obra, que es rara, breve y exquisita. Ahora acaba de salir el Breviario de saberes inútiles, título modesto para la reunión de sus ensayos sobre muchos temas, muchos de ellos exposición iluminadora, amena y rigurosa sobre diversos aspectos de la antigua cultura china, que era su especialidad. Es espléndida su traducción de las Analectas de Confucio, y su ensayo, aquí recogido, sobre la importancia de ese texto milenario y sobre el intelectual más influyente de todos los tiempos.
Y también encontramos aquí su contundente defensa de la madre Teresa de Calcuta, a la que Hitchens, que tenía fobia hacia el fenómeno religioso (Dios no es bueno y Dios no existe están publicados en España por Debate, donde también podemos encontrar sus celebradas memorias Hitch-22), había desollado con un panfleto: La postura del misionero. Cuando le reprocharon que fuese ofensivo ya desde el obsceno título, Hitchens, que desde luego andaba sobrado de ingenio, explicó: "Era eso o La vaca sagrada, y el otro título me pareció más respetuoso".
Leys se erigió en paladín de la anciana monja en las páginas del New Yorker, donde redujo a papilla a Hitchens, con el que sin embargo tenía intereses comunes, entre ellos George Orwell (Hitchens le dedicó el libro Por qué Orwell es importante, y Leys Orwell o el horror de la política).
Aunque sería injusto negarle a Hitchens méritos o talento, hay rasgos en él que me resultan profundamente desagradables y chirriantes: su chovinismo anglosajón; su afán de polemizar, de epatar, de lucirse; su apoyo a la guerra de Irak y a Bush; el mismo empeño en tomarla con la idea de Dios me parece tontorrón; y desde luego no entendió nada de la abnegada monja albanesa.
Además de todo lo que he aprendido y disfrutado leyendo el Breviario de saberes inútiles, también ha sido satisfactorio asistir al correctivo que Hitchens se estaba buscando desde que leí Hitch-22 con tanto interés como irritación.