¿Qué haría un PSOE desacomplejado?
Mariano Rajoy asegura que está dispuesto a gobernar en solitario con pactos puntuales, eso que se conoce como geometría variable: hoy pacto con éste, mañana con aquél; pero en este caso no se lo cree ni él.
Esa fórmula es factible cuando al partido ganador le falta un 5% para llegar a la mayoría absoluta, un 10% a todo estirar. Pero a 39 escaños de distancia es imposible.
El presidente del PP juega al mus, y empieza por negar la evidencia. Sabe que no puede rechazar de nuevo la investidura y que tendrá que asumir el riesgo de perder, como le ocurrió a Pedro Sánchez. Así que tendrá que arriesgar, o sea negociar y ceder.
Los socialistas se creen más lo de la “herencia recibida” que el propio Rajoy
Tras el 20D, para seguir en la Moncloa Rajoy necesitaba 53 diputados, que se quedaban en 13 si conseguía la adhesión de Ciudadanos: demasiados. Optó por dejarlo correr. Ahora, tras el 26J, la distancia es de 39, siete una vez sumados los de Albert Rivera. Hay una posibilidad.
Su primera apuesta es decir que no necesita a nadie de forma estable, cuando los 32 escaños de Ciudadanos le resultan indispensables.
La otra alternativa le conviene menos. Si el PP quisiera de verdad una gran coalición se expondría a un riesgo mucho mayor del que representa la primera vía.
¿Qué ocurriría si el PSOE asumiera que lo que más le conviene al país es su abstención en la investidura de Mariano Rajoy?
Podrían pasar muchas cosas, entre ellas estas cuatro. Una: exigir condiciones como medidas para mejorar la Seguridad Social, las pensiones y la reforma territorial de la Constitución. Dos: ganar tiempo para resolver sus problemas internos (la rueda de prensa de Susana Díaz para valorar los resultados del 26J es una declaración de guerra a Pedro Sánchez inaudita). Tres: aprovechar este rapto de responsabilidad que el Brexit parece haber contagiado a todo el mundo para reivindicar su papel en la política frente a Podemos. Cuatro: dejar que gobierne quien ha ganado las elecciones.
Pero antes el PSOE tendría que librarse de los complejos que aún arrastra y que parecen proceder de cuando José Luis Rodríguez Zapatero tuvo que hincar la rodilla ante la Comisión Europea. Los socialistas se creen más lo de la “herencia recibida” que el propio Rajoy.