El consorcio automovilístico alemán Volkswagen vivió esta semana una de las juntas anuales más movidas de su historia. Los asistentes dieron rienda suelta a su irritación por el gigantesco escándalo del trucaje de los motores diésel, que ha provocado pérdidas nunca vistas en la casa. También pusieron el grito en el cielo por la enorme retribución de los doce miembros integrantes de su consejo de administración, fijada en más de 60 millones.
Emolumentos de tal calibre son inadmisibles cuando la compañía ha cosechado un quebranto devastador, debido a las provisiones necesarias para cubrir las incalculables indemnizaciones y sanciones que van a propinarle en todo el mundo.
Los cabecillas de los gigantes mundiales han de escuchar en las asambleas reglamentarias una ristra de duros reproches por el monto exorbitante de sus mamandurrias
Todo ello, además, como consecuencia de las prácticas execrables de un puñado de ejecutivos sin escrúpulos. Multitud de socios están convencidos de que la manipulación de los coches va estrechamente ligada al afán de los jerarcas por cobrar sus apetitosos bonus.
Lo cierto es que en el mundo de las grandes corporaciones llueve sobre mojado. Hasta hace poco, los accionistas de a pie, al igual que los grandes fondos de inversión poseedores de los principales paquetes, no decían ni pío sobre las pagas de los máximos prebostes, todas ellas de siete cifras. Pero de un tiempo a esta parte esa pasividad se acabó a raíz de la crisis financiera cuyos últimos coletazos aún estamos sufriendo.
Los cabecillas de los gigantes mundiales han de escuchar en las asambleas reglamentarias una ristra de duros reproches por el monto exorbitante de sus mamandurrias. Así lo atestiguan, por citar unos pocos ejemplos, el coloso bancario suizo UBS, el germano Deutsche Bank, la aseguradora británica Aviva, la aerolínea francesa Air France-KLM, la telefónica sueca Ericsson o la británica British Petroleum.
Situaciones análogas se han dado así mismo en la minera Anglo American, la firma de prendas de moda Burberry, la productora de artículos para el hogar Reckitt Benckiser, la automovilística Renault, la petrolera Shell o la farmacéutica Shire, entre otras muchas.
Millones a capazos
Uno de los aspectos más llamativos de esta diatriba reside en que, con harta frecuencia, la consulta sobre las pagas que se realiza durante los cónclaves generales sólo tiene carácter consultivo. Los titulares del capital, dueños en teoría de las empresas, no pintan nada a la hora de determinar la soldada de los primeros espadas. Bien al contrario, son estos últimos los que llevan la voz cantante e imponen su férreo dictado a los integrantes de las preceptivas reuniones. O sea, el mundo al revés.
La remuneración de los órganos de gobierno ha hecho correr ríos de tinta. Todos los códigos de buen gobierno de las sociedades cotizadas le dedican atención. Pero se abstienen púdicamente de establecer regla alguna sobre la fijación de su cuantía, ni siquiera aproximada. ¿Acaso consideran que discutir los asuntos crematísticos constituye una ordinariez? Quién sabe. El caso es que dejan ese extremo al criterio de los beneficiarios y lo único que osan recomendarles es la máxima transparencia sobre el particular.
En España, las gabelas de los capitostes del Ibex han escalado unas cotas que repugnan al común de los ciudadanos
En España, las gabelas de los capitostes del Ibex han escalado unas cotas que repugnan al común de los ciudadanos. La avaricia de algunos de ellos rebasa claramente los límites de la sensatez y de la ética, para entrar de lleno en la figura tipificada como administración desleal.
El último ejemplo de esta codicia desmedida es recentísimo. Lo brinda la empresa vasca Gamesa, vinculada a Iberdrola y dedicada a fabricar aerogeneradores. Acaba de anunciar su fusión con la filial eólica de Siemens para crear el mayor productor mundial de molinillos de viento.
Pues bien, resulta que en 2013 el alto mando aprobó un plan de incentivos a largo plazo. Éstos incluyen la entrega a los 70 principales dirigentes de 18 millones de euros en efectivo metálico, más 3 millones de acciones que a su cambio actual en bolsa valen 52 millones de euros.
Ahora, con motivo de la integración con Siemens, se anuncia que ésta pagará 3,75 euros de prima por cada título de Gamesa en circulación. De ello se infiere que los 70 mandamases de marras ingresarán, sin comerlo ni beberlo, otros 11 millones adicionales. En resumen, una auténtica merienda de negros.