El defensa central del Fútbol Club Barcelona y de La Roja (un eufemismo para ahorrarse mencionar la palabra España, no fuera que alguien se molestase) es una mutación entre el Llanero Solitario y James Dean en Rebelde sin causa. Así puede ponerse el mundo por montera y decir lo que le venga en gana.
"Todos nos hemos de comportar --explica Piqué-- de la manera que marca la sociedad y no podemos salir de esta línea. A mí, en ocasiones, me gusta salirme. Soy feliz comportándome así". Para ello nada mejor que darnos la tostada en las llamadas redes sociales, una forma de megalomanía que comparte con Cristiano Ronaldo, y mientras uno enseña los abdominales, el otro muestra su portentoso ingenio. Aunque, como reza el dicho popular, "más vale caer en gracia que ser gracioso".
Piqué asegura que "de momento soy español" para tranquilidad de propios y extraños. Es todo un referente para la clase política
Asegura que "de momento soy español" para tranquilidad de propios y extraños. Es todo un referente para la clase política. El señor Rajoy, con la gran rapidez de reflejos que le caracteriza, afirmó, tras el primer encuentro que disputo La Roja en la actual Eurocopa de Francia, que "me gustó ver al hijo de Piqué con la camiseta de España". Su consagración como pensador de cabecera vino cuando el presidente Puigdemont le versionó en el Parlamento catalán, como quien cita a Montaigne, para decir "gracias, Tribunal Constitucional, contigo empezó todo", en referencia a la famosa sentencia del Estatuto convertida en el deus ex machina del llamado, en términos kafkianos, proceso catalán.
Tras el mencionado partido, el jugador catalán --y todavía español-- apareció conversando con el Rey, poniendo Su Majestad un semblante circunspecto. No en vano, cada vez que hace acto de presencia en el palco y suenan las notas del himno nacional, la afición del Fútbol Club Barcelona le dedican sonoras pitadas. Piqué consideró que se trata de una manifestación "de la libertad de expresión y que había que preguntarse por qué pasaban estas cosas".
La última final de la Copa del Rey ya no fue la final de Copa del Rey sino la "final de las esteladas", como la denominó el Muy Honorable después de que un juez levantara la prohibición de mostrarlas impuesta por la delegada del Gobierno en Madrid. Al presidente del Barça, el señor Bartomeu, le faltó tiempo para manifestar que el club siempre estará "a favor de la defensa de la libertad de expresión", encomiable pensamiento que no sé si será extensible a Qatar, el Estado que patrocina al equipo de fútbol y que, como todos sabemos, es un desecho de libertades.
Piqué afirmó tras el partido de La Roja que es "fútbol y no una competición de patriotismo". Por ello, cada vez que juega el Barça en el Camp Nou, 1714 es el número premiado aquel día en el sorteo de la ONCE y las banderas esteladas están por todas partes, porque se les han acabado las chuches.