La disyuntiva del PSOE
El programa del PSOE considerado en su totalidad es el más adecuado y aplicable en las circunstancias actuales de España. No se presenta envuelto en un formato de catálogo Ikea y es de lectura pesada, pero eso no lo invalida, al contrario, huyendo de frivolidades comunicativas, lo reviste de seriedad. Dicho programa permitiría un gobierno transversal, que reflejara la mayor pluralidad social posible sin “pérdida” de socialdemocracia, mediante la actualización del acuerdo de 200 medidas con C’s e incorporando otras sensibilidades.
Si un acuerdo programático de gobierno del PSOE con Unidos Podemos llegara a ser posible, el problema de la conveniencia y viabilidad de dicho gobierno no queda resuelto
Ahora bien, aquel intento transversal que pactaron PSOE y C’S después del 20D, ridiculizado por el PP sin fundamento, despreciado por Podemos sin discutirlo, después del 26J probablemente no podrá repetirse; las encuestas apuntan, dentro de su fiabilidad relativa, un resultado cercano a una mayoría absoluta conjunta de PSOE y Unidos Podemos.
Sin ser en absoluto irrelevante cuál será la lista electoral de la nueva mayoría con más votos y escaños, el PSOE se encontrará ante una decisión transcendente en su historia reciente. En cualquier caso, el PSOE será clave para la formación de un hipotético gobierno de coalición con Unidos Podemos. Sin descartar la posibilidad aritmética de su abstención en la investidura para facilitar un gobierno en minoría de Unidos Podemos, elección desechable pues acentuaría los riesgos inherentes a esa lista que, además, buscaría, y encontraría, apoyos en los independentistas con el señuelo de referéndums a la carta.
Si un acuerdo programático de gobierno con Unidos Podemos llegara a ser posible --para alcanzar el poder gubernamental Unidos Podemos, sobre todo Podemos, renunciarían a lo que hiciera falta--, el problema de la conveniencia y viabilidad de dicho gobierno no queda resuelto.
Por un lado, porque Unidos Podemos es la suma coyuntural de dos conglomerados de intereses y posiciones ideológicas distintas, inestables por su naturaleza: IU es PCE (el PCE renacido de Julio Anguita a través de Alberto Garzón) y otras formaciones menores; Podemos es la amalgama del caudillaje de Pablo Iglesias y de confluencias, mareas y adhesiones diversas. ¿Cómo encajar todo eso en un bloque coherente parlamentario y gubernamental? ¿En qué momento las partes ahora aglomeradas por el ansia de sobrepasar al PSOE van a exigir la materialización de sus intereses diferentes, lo que Santos Julia en un reciente artículo describía como “qué hay de lo nuestro”?
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y su entorno inmediato, simplemente no son de fiar
Por otro lado, porque el líder, Pablo Iglesias, y su entorno inmediato, simplemente no son de fiar. En su corta historia política han chaqueteado a placer, según soplara el viento de las encuestas y de las oportunidades estratégicas. Han pasado del radicalismo gratuito a la socialdemocracia usurpada; de representar a la indignación a homologarse con la “casta”; de requerir la vicepresidencia del gobierno a pretender la presidencia, o de la presidencia a la vicepresidencia, tanto da; del mantra de la mano tendida a la puñalada trapera... Ciertamente, España no es Grecia, pero Pablo Iglesias tampoco es Alexis Tsipras, le falta su talla política. Se puede madurar, sin duda, pero hay que hacerlo antes de exigir el poder.
Menuda papeleta le puede tocar al PSOE: coalición con el PP de Mariano Rajoy, imposible por definición; coalición con Unidos Podemos, muy difícil por razón de la deslealtad más que probable del socio, tanto más si Unidos Podemos fuera el socio mayoritario. Solo si el PSOE mantuviera el liderazgo del cambio, podría intentar articular una fórmula de gobierno transversal que integrara parte o partes de Podemos. La cuadratura del círculo, se dirá. Pero la Política con mayúscula es precisamente saber cuadrar el círculo.