Lo que echo más en falta en este país de nuestras desdichas es que en treinta y ocho años de democracia, por poner la fecha de la aprobación de la Constitución --sí, esa que en el relato discursivo de los separatas es Alcatraz--, es que los partidos mayoritarios no se hayan puesto de acuerdo (igual que firmaron el Pacto de Toledo para garantizar las pensiones gobernara quien gobernara), para acordar una Ley de Educación estable.

No acuso a nadie, porque tanto el PP como el PSOE tienen la misma culpa. En España todo el mundo pedagógico dice que el modelo finés es el mejor. La Ley de Educación de Finlandia no es moderna, se aprobó al acabar la II Guerra Mundial...

Los españoles, en general, y por supuesto los catalanes, adolecemos de lecturas

No estoy hablando de ideología sino de cultura y de lecturas.

Los españoles en general, y por supuesto los catalanes, adolecemos de ellas. Todo tiene una explicación: se podrá argumentar que los países fríos tienen ventaja porque la gente sale de trabajar y se encierra en casa, porque el clima es el que es. Y es cierto, España invita a salir a la calle. Por eso es tan importante el hábito de la lectura.

En la década de los 30 en Francia el maestro Freinet ideó una técnica de estudios que incitaba a leer a los alumnos. Una de esas técnicas era una imprenta escolar. Los estudiantes escribían relatos, reales o fabulados, que al final del curso se convertía en el libro de los escolares. Cada niño se llevaba a casa el libro que había coescrito con el resto de sus compañeros, y eso creaba una afición a querer el libro. A amar la lectura.

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El pasado lunes en el programa de 8TV de Josep Cuní se encararon el socialista Josep Borrell y el independentista Oriol Junqueras. Y éste recibió tal sarta de hostias que salió con el ojo a la virulé.

El enfrentamiento fue el de la razón frente a la razón del corazón. No hace falta que les diga quién era quién.

De entrada, Borrell dijo una obviedad necesaria: no es posible convencer a un creyente político que no tiene la razón, porque su creencia es cuasi religiosa. Es un sentimiento tan profundo que no hay argumentos para liberarlo de su atadura mental. Vamos, que no pensaba hacer cambiar de opinión a su contrincante.

Al día siguiente, los opinadores 'indepes' echaban en cara al republicano que no hubiera preparado el debate

Borrell no tuvo que preparar su argumentarlo porque lo tiene bien trabajado. El pasado año publicó Las cuentas y los cuentos de la independencia, que hacía añicos la salmodia independentista, ¡ojo!, con los datos elaborados por el antecesor en el cargo que ocupa Junqueras: Mas-Colell. Por eso el actual titular de Economía no pudo rebatir al fuego de artillería al que le sometió el de la Pobla de Segur.

Al día siguiente, los opinadores indepes echaban en cara al republicano que no hubiera preparado el debate. Esa acusación es injusta porque ni siquiera un orador más hábil, y él es mucho, podía rebatirlo. Diré más: sabía de qué le iba a acusar Borrell.

No es que esté en su mente (¡Válgame Dios, qué suplicio!), sino que, aunque sólo sea por obligación, conoce su argumentarlo salido de la propia Generalitat. Vamos, que no son los números de Montoro. Por eso me sorprendió incluso que Junqueras aceptara el duelo...

Borrell de forma pedagógica demostró las mentiras económicas de los indepes: que es falso que el tope de solidaridad de los länder alemanes sea del 4%. Es más, ni siquiera tienen balanzas fiscales; que el déficit anual de 16.000 millones es una trola; que el gobierno central multiplica los intereses del dinero que recibe del mercado financiero y que presta a la Generalitat, otra. Junqueras hasta dijo la sandez de que una Cataluña independiente podría controlar mejor el agua del Ebro...

Y frente a la razón, la respuesta de Junqueras fue una apelación al sentimiento. La razón del corazón: que con independencia de los intereses económicos y cuál sea el déficit fiscal real, lo importante no es eso, sino que los catalanes podamos decidir nuestro futuro. Ese fue su discurso invariable.

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Vuelvo a la cultura y a la lectura con los que he empezado el escrito: no digo que Junqueras no sea una persona leída, pues es historiador y ningún tonto puede liderar un partido al alza. Te podrá gustar más o menos, pero los lelos no llegan muy lejos en política. La criba es muy selectiva. Los lelos sólo sirven para arruinar la empresa heredada de los padres.

El problema de Junqueras, como el de todos los 'indepes' de corazón, es que su posición política no es racional sino mística, cuasi religiosa

El problema de Junqueras, como el de todos los indepes de corazón, es que su posición política no es racional sino mística, cuasi religiosa.

Y esta actitud es peligrosa. Por supuesto que ama a Cataluña y mucho (Franco, a su manera, también la amaba, aunque algo menos), pero Cataluña en sus manos corre el riesgo de asfixia, porque esta forma de amar tan irracional es capaz de sacrificar a su pueblo en el altar del Foc Nou de una creencia, una ilusión, una fe.

Lo que me joroba de la historia es que se visten con la cara docta de catedrático cuando en realidad es un hooligan pancha contenta.