Leí en una revista que el veintisiete de mayo la marca Guess celebra el Denim Day y pensé que se refería simplemente al hecho de llevar tejanos. Lo cierto es que cada día del año se conmemora algo, y después de saber que existe el día mundial del filatelista o el día mundial de fascinación por las plantas, por poner solo dos ejemplos, ya no me sorprendo de nada. Pero no es tan sencillo, la marca destina los beneficios de este día del vaquero a casas de acogida y a asociaciones que combaten la violencia de género, y ello por un motivo muy concreto. En Roma, en 1992, una chica de dieciocho años fue violada por su profesor de autoescuela y en el juicio fue declarado inocente porque la agredida llevaba unos tejanos tan ajustados que era imposible que su agresor se los hubiera quitado, estaba claro que ella tenía que haberle ayudado, con lo cual, ya no existía violencia, sino sexo consentido. Sin comentarios.
¿Hasta cuándo seguiremos teniendo que justificarnos por las agresiones que sufrimos las mujeres?
En España no andan muy lejos sentencias famosas como la de “la minifalda”, en la que un empresario resultó absuelto porque la chica iba provocando al enseñar más carne de la socialmente aceptada, ¿cómo podía resistirse a no tocar? Pobre hombre. A fecha de hoy, cuando una mujer denuncia haber sido agredida sexualmente debe prepararse para enfrentarse a la incredulidad y a la desconfianza de los demás. Es que se lo estaba buscando... piensan algunos.
El veintiuno de mayo de este año, es decir hace nada, la noticia de una violación múltiple de una chica de dieciséis años en una favela del barrio Praça Seca de Río de Janeiro, muy cerca de las instalaciones olímpicas, con video incluido de 38 segundos en el que se ve a la joven desnuda con los genitales sangrando, y se oye de fondo las voces de los violadores que se jactan de ello, ha impactado en todo el mundo. Las estadísticas dicen que en Brasil se viola a una mujer cada once minutos; la realidad, es que tras conocerse la noticia, fue viral el tuit que decía que ella se lo buscó al ir a emborracharse a una fiesta. Más datos, en India se viola a una mujer cada media hora, lo que no es del todo exacto, ya que solo se contabilizan si tienen lugar fuera del matrimonio, porque ya se sabe, hay que cumplir con los deberes conyugales aunque sea a la fuerza; una de cada tres mujeres sufre violencia física en el mundo y la mitad de las europeas han sufrido acoso sexual en el trabajo, en la escuela, en la calle.
¿Hasta cuándo seguiremos teniendo que justificarnos por las agresiones que sufrimos las mujeres? Los que hayan leído El nombre de la rosa, de Umberto Eco, recordarán la escena en la que el joven monje Adso, angustiado porque la joven a la que ama es acusada de brujería, intenta buscar argumentos para salvarla y uno de los frailes franciscanos, Ubertino, le espeta: “Si la miras y sientes deseo, entonces, por eso mismo, es una bruja”.
Cuántos casos de agresión quedan impunes por vergüenza a denunciar, por falta de apoyo, porque la agredida piensa que no van a creerle. Demasiados. Seguiremos pidiendo respeto, seguirán haciéndose campañas con lemas como “no hay nunca una excusa ni una invitación a violar”, pero la carga de ser Eva, la que tentó a Adán en el Paraíso, es pesada, y nos perseguirá siempre.