El debate a cuatro del lunes pasado quedó en tablas, pero las redes sociales proclamaron vencedor a Pablo Iglesias. Al día siguiente, el ganador ya era Mariano Rajoy: los medios públicos, el poderoso grupo Atresmedia y otras cabeceras privadas amigas corrigieron el tiro de internet y pusieron las cosas en su sitio. Algunos diarios independientes, los menos, alzaron su voz a favor de Albert Rivera. Pero nadie apostó por Pedro Sánchez.
Sánchez es víctima de una pinza bien trazada desde el PP y Podemos
El balance real del primer y único debate de la campaña del 26J no es quién ganó, sino quién perdió; y en este punto hubo unanimidad, aunque es difícil decir quién estuvo menos plano.
Sánchez es víctima de una pinza bien trazada desde el PP y Podemos. Ambas organizaciones gozan del favor de los mismos grupos de comunicación, pero además superan al PSOE --y también a Ciudadanos-- en la calidad de sus campañas. Los estrategas del PP tienen un nivel innegable: su último invento, introducir el concepto de "los malos" para señalar a sus opositores, es de nota.
Podemos es tan eficaz en sus mensajes que ha conseguido convencer a una buena parte de la población, incluso a gente informada, de que si no hubo Gobierno de izquierdas tras el 20D fue porque el comité federal del PSOE no quiso. Nadie parece recordar que la suma de los dos partidos quedaba lejos de la mayoría y que jamás hubo una propuesta en firme para alcanzar esa cifra, ni siquiera añadiendo a los independentistas.
Iglesias ha pasado de la cal viva a la entrega a Zapatero en apenas dos meses
Ahora, Iglesias presume de la complicidad de José Luis Rodríguez Zapatero, el mismo del que la derecha y la izquierda se han estado mofando los últimos cinco años. En los micrófonos de la SER, una cadena entre cuyos seguidores abundan los simpatizantes socialistas, Iglesias lo ha definido como “el mejor presidente de la democracia”. Y admite, ante los “socialistas de corazón”, que el último presidente de Gobierno del PSOE le asesora en su día a día.
De la cal viva a esta entrega en apenas dos meses.
Pero cuela. Una estrategia hábil para ocupar el espacio de los socialistas, un esfuerzo que sería inútil sin la complicidad cainita de algunos de ellos, por un lado, y sin el apoyo de la derecha --política y mediática-- que tiene como uno de sus objetivos laminar la alternativa que representa el PSOE. Una pinza que parece encaminada a dar resultados inmediatos. Aunque a medio y largo plazo puede que sea ruinosa. Para todos.