Soy un asiduo lector de las columnas de opinión. Leo a los Juliana, Ramoneda, Foix, Zarzalejos y un montón más. Cuando tengo el ánimo sereno me atrevo incluso con la prosa de Rahola y Marc Álvaro, pero reconozco que ese ejercicio me agota. Confieso, también, que cuando alguno de esos articulistas aparece en la caja tonta presto atención. Escucho e intento reflexionar acerca de sus comentarios y observaciones. La palabra escrita admite correcciones previas a la publicación, las declaraciones en voz no. Lo incorregible y espontáneo en un pensador me interesa por lo que tiene de automático, de auténtico.
No es cierto que en Barcelona las reivindicaciones ciudadanas estén aletargadas. Más bien al contrario, se han multiplicado, han cambiado de protagonistas
Pues bien, el programa de La Sexta que dirige Wyoming quiso aproximarse a los incidentes del barrio de Gràcia. Gonzo entrevistó a vecinos, okupas y comerciantes pero decidió que la guinda reflexiva e intelectual corriera a cargo de Josep Ramoneda. Este filósofo, periodista y gestor cultural poseedor del don de la ubicuidad se despachó de forma desacomplejada. Le contó a la audiencia que no hay motivo para dramatizar, que lo que ocurre en Gràcia ha sucedido siempre, que forma parte de las dinámicas propias de las grandes metrópolis, que okupas los hubo y los habrá...
Hasta ahí nada que objetar, aunque quizás sí mucho a matizar en otra ocasión. Pero cuando Ramoneda se meció en el buenismo extremo y el relativismo máximo fue al evaluar la acción de gobierno de Ada Colau. Me dirán ustedes que todo es opinable. ¡Claro que sí! Ahora bien, Ramoneda rizó el rizo explicando a la audiencia que, con la entrada en el ayuntamiento de los comunes, los conflictos reivindicativos habían disminuido. Craso error. Los filósofos, por muy sabios que sean, a veces yerran.
No es cierto que en Barcelona las reivindicaciones ciudadanas estén aletargadas. Más bien al contrario, se han multiplicado, han cambiado de protagonistas. Son otros los que hoy --ahora-- despotrican de la gestión municipal, de sus métodos, de su frivolidad gestora. Restauradores, comerciantes, taxistas, empleados de TMB, hoteleros, okupas, urbanos e incluso clérigos y legionarios han tomado el relevo contestatario. Plantear que el suflé ha bajado cuando las huelgas de transportes son el pan nuestro de cada día es un despropósito. ¿Se puede hablar de paz ciudadana cuando aun humea la calle y 150 manifestantes embadurnan los comercios del Paseo de Gracia?
El filósofo dijo a Gonzo que Trias se equivocó pagando el alquiler a los antisistema y que Colau acertó eliminándolo. No lo discuto, pero un gobierno prudente no actúa a medias tintas sin articular una alternativa. Pero eso sería mucho pedir a un equipo bisoño más preocupado por el nomenclátor callejero y el postureo que por la gestión de lo cotidiano.
El filósofo, quizás bajo el influjo del Mito de la Caverna, mimó a la alcaldesa... Pero el mundo real sigue ahí fuera.