De presidir tertulias televisivas, a candidato a la presidencia del Parlamento Europeo, en 2014; de autoproponerse después del 20D como vicepresidente de un gobierno eventualmente presidido por Pedro Sánchez, a ofrecer a Sánchez la vicepresidencia de un eventual gobierno presidido por él después del 26J. ¿Qué hay más genuino de la casta política que el ansia de presidir?
Nadie como Pablo ha sabido interpretar tan sagazmente la fugacidad de la comunicación por la imagen de nuestro tiempo
Presidir es tener autoridad y ejercerla. Pablo lo tiene claro --"siendo presidente, decides"--, no por su experiencia de gobierno --no la tuvo ni siquiera de concejal en un modesto ayuntamiento--, sino por su sobresaliente formación académica en derecho, en ciencias políticas y, sobre todo, en comunicación audiovisual, lo que le otorga una notable ventaja discursiva en el erial encabezado por Mariano Rajoy y su simplón mantra del sentido común.
Nadie como Pablo ha sabido interpretar tan sagazmente la fugacidad de la comunicación por la imagen de nuestro tiempo, en el que la palabra se ve engullida por la imagen o reducida a muletilla de la imagen, incluso en los parlamentos, donde la palabra constituía el fundamento de la institución. La oratoria de Pablo en el Congreso de los Diputados, hecha de cemento armado para la dialéctica y de cal viva para la descalificación, resultó menos atractiva en pantalla --Pablo afirma que aprendió "a pensar políticamente en clave de televisión"-- que la imagen del puño en alto, el niño de Carolina Bescansa, el beso en la boca a Xavier Domènech, el uniforme de descamisado de los diputados de Podemos o la pícara sonrisa cuando el requiebro a Sánchez: "Solo quedamos tú y yo, Pedro".
Pablo tiene más cosas claras. Ganar las elecciones no es tener el poder, ni se tiene el poder solo con el gobierno. No ha desvelado todavía a qué clase de poder se refiere y qué haría para tener el poder, si ganara las elecciones y fuera investido presidente del Gobierno. Pablo cuenta con dirigir "toda la potencia de fuego" de Podemos y toda su personal habilidad dialéctica, todo su gigantesco ego, a intentar superar al PSOE: el sorpasso a los socialistas tan soñado por los comunistas durante décadas y en tantos países, incluida España. Solo lo consiguieron en la Europa del Este con la necesaria ayuda de la Unión Soviética. A Pablo no le basta el sorpasso simple, en votos y en escaños, quiere además la pasokización, la práctica irrelevancia de los socialistas como alternativa política. Ha acuñado incluso un neologismo mostrenco: sorpassokización.
A Pablo no le basta el 'sorpasso' simple al PSOE, en votos y en escaños, quiere además la 'pasokización', la práctica irrelevancia de los socialistas como alternativa política
Para ello no le importa juntarse con la vetusta izquierda comunista, la que no consiguió el sorpasso, la que tanto erró en sus estrategias, a la que tanto criticó por sus frustrantes fracasos. En Córdoba, con el estribillo "El pueblo unido jamás será vencido", cantado a coro y puño en alto por los asistentes al acto, el emotivo abrazo a Julio Anguita, sin beso, pero húmedos los ojos de Pablo, ha sellado el fin de IU, como antes su franquicia en Cataluña selló el de ICV.
Coincidencias y discrepancias implícitas en las palabras y el pensamiento de Julio. Sus dos orillas eran horizontales, derecha e izquierda, las del compañero Pablo son verticales, "los de arriba y los de abajo"; en el arte de la pinza al PSOE gana Pablo, más sutil; a aquel "programa, programa, programa" de Julio, Pablo, más moderno, prefiere "comunicación, comunicación, comunicación"; a las clases populares como agente del cambio de Julio, con los trabajadores como pivote (antes el proletariado), Pablo opone los "sectores medios" (antes clases medias) como "clave estratégica fundamental", de cuyos sectores se nutrieron los fascismos y hoy se nutren los populismos. Pablo tiene prisa, mucha prisa, porque el gradualismo es lento, muy lento para tanta ambición, por eso Pablo está sobradamente de acuerdo con el desgarrado "ahora o nunca" de Julio.
Con todo ello, ¿será Pablo un candidato a la presidencia del Gobierno fiable? Sí para una parte relativamente considerable de la construcción teórica mayor de Pablo: la gente, compuesto social impreciso, vaporoso y volátil como pocos. Gente somos todos y nadie en particular.