La cadena Telepizza torna a cotizar, diez años después de haber dejado la bolsa. Se prevé que sus títulos vuelvan a las pizarras de cambios el próximo miércoles 27 de abril. Esta firma logrará, así, un nuevo hito en su agitada historia. Se fundó en los años 80 por iniciativa de Leopoldo Fernández Pujals, un despierto cubano nacionalizado español.
El empresario la lanzó al parqué en 1996. Tres años después propinó un soberbio pelotazo de casi 400 millones de euros y se largó con viento fresco. Dijo que se instalaba en el paraíso fiscal de Bahamas.
Regresó a España en 2004 para entrar como accionista en la telefónica Jazztel, que bordeaba la suspensión de pagos. Compró el 25% por 62 millones. En 2014 vendió su paquete, que por entonces se había reducido al 15%, por casi 500 millones. Así, pues, Fernández Pujals soltó en el curso de tres lustros dos espectaculares 'petardazos', por los que se embolsó 900 millones limpios de polvo y paja.
La cadena de pizzerías a domicilio que sale a bolsa pierde dinero, está fuertemente endeudada y sus ventas se baten en retirada
El reestreno bursátil de Telepizza encierra algunos elementos inquietantes. De entrada, es de recordar que dos años atrás, la compañía estaba con el agua al cuello. Había acumulado una deuda descomunal y arrastraba pérdidas consecutivas de los seis ejercicios anteriores.
El fondo anglosajón Permira, poseedor de la mayoría del capital, trató entonces de sacudirse el muerto de encima y endosarlo como fuera a un tercero. Fracasó en el empeño. Otros fondos, encabezados por KKR, dieron un paso al frente y convirtieron los préstamos concedidos a Telepizza en acciones de la propia empresa.
Pese a la reducción del pasivo que dicha medida acarrea, la situación no acaba de enderezarse. Las ventas embalsan varios descensos seguidos. El folleto de presentación de Telepizza comunica a los posibles inversores que el negocio viene arrojando pérdidas y que los números rojos perdurarán durante el presente año, como mínimo.
Asimismo les notifica que, debido a tales quebrantos, no prevé repartir dividendos a 'medio plazo'. Por tanto, el único beneficio al alcance de los suscritores de los títulos reside en una eventual revalorización del cambio en bolsa.
Chicharro
El aterrizaje de Telepizza en el parqué alcanza un volumen de 550 millones de euros. De ellos, 431 corresponden a la venta de las acciones, es decir, al pelotazo puro y duro que dan los actuales accionistas. El resto, por importe de 119 millones, corresponde a suscripción de nuevos títulos, o sea, dinero que entra en las arcas sociales.
El destino de semejante ingreso de fondos merece comentario aparte. Unos 90 millones servirán para reducir la deuda que contabiliza la casa. Buena parte del resto se lo lleva el equipo gestor: 5 millones a título de incentivo, 4 millones en forma de crédito para financiar el pago de impuestos y 4,9 millones más que se harán efectivos en abril de 2018 en concepto de premio por el periodo 2015-2017.
No está de más que los ahorradores extremen la prudencia, se lo piensen dos veces y se tienten la ropa antes de embarcarse en semejante negocio
Al margen de estos chollos, en 2015 el presidente y consejero delegado, Pablo Juantegui Azpilicueta, recibió una recompensa de 920.000 euros.
En resumidas cuentas, la cadena de pizzerías a domicilio que sale a bolsa pierde dinero, está fuertemente endeudada y sus ventas se baten en retirada. Parecería razonable que cualquiera con dos dedos de frente huyera de semejante negocio.
Pues no. Antes de la colocación, Telepizza anuncia que ya tiene todo el papel vendido. De ello se han encargado los bancos que asesoran a la empresa, mediante la habitual campaña de propaganda masiva.
No está de más que los ahorradores extremen la prudencia, se lo piensen dos veces y se tienten la ropa antes de embarcarse en semejante negocio. Si la cotización deviene un fiasco, los inversores de a pie que hayan colocado su dinero en este chicharro han de saber que sólo les quedará un recurso: elevar sus quejas y reclamaciones al maestro armero.