La petición de cárcel para los compañeros de ABC Cruz Morcillo y Pablo Muñoz por el sólo hecho de cumplir con su trabajo es un atentado a la democracia y a la libertad de expresión, un derecho que tras la dictadura pensábamos consolidado.
¿No se puede informar de lo que investiga un juez? Así lo asegura el escrito acusatorio del fiscal contra los dos reporteros. Entonces, ¿de qué se puede informar? ¿De lo que no se investiga? Eso es seguramente lo que desearía el sistema: una prensa narcotizada o aborregada.
Entonces, ¿de qué se puede informar? ¿De lo que no se investiga? Eso es seguramente lo de desearía el sistema: una prensa narcotizada o aborregada
En mi última participación en la escuela judicial ante un centenar de aspirantes a juez y en el marco de una conferencia sobre secreto del sumario, alarma social e independencia periodística, afirmé (y, naturalmente, hoy más que nunca reitero), que el secreto de sumario no vincula al periodista que no sea parte en el procedimiento. Lo dice el Supremo en cincuenta mil sentencias. Le vincula, añado, el sentido común y la decencia. Y nada más.
Los jóvenes cachorros a jueces, muchos de ellos jóvenes de acomodada procedencia familiar y poco permeables al mundo mundano que se dirime tras las cuatro paredes en las que se encerraron durante años para estudiar, alzaron sus brazos y sus hachas de guerra contra el que suscribe. Aguanté el chaparrón.
Hace cuatro años un juez me imputó por revelación de secreto y cohecho en el marco de una causa por narcotráfico. Supe de mi imputación tres meses antes de que se me notificara. Lo supe porque me lo adelantó un amigo mío periodista. Supe cuándo, cómo, por qué delitos y de qué forma su señoría me iba a imputar.