Pensamiento

Derecho a decidir

28 marzo, 2016 00:00

En las últimas semanas, portavoces independentistas tan destacados como Mas y Junqueras han renegado de la independencia unilateral y han vuelto a abrazar la tesis de la independencia pactada a través de un referéndum. Es la vuelta del denominado 'derecho a decidir'.

Lo que hace unos meses era despreciado, una pantalla pasada, decían, vuelve con fuerza. Incluso Miquel Iceta recupera el concepto, aunque lo subordina al fracaso de un futuro referéndum sobre la reforma constitucional.

Desde el bando independentista se es plenamente consciente de que el recorrido de la independencia exprés como argumento para ganar elecciones agoniza

¿Qué está pasando? ¿Por qué este cambio de posicionamiento?

Desde el bando independentista se es plenamente consciente de que el recorrido de la independencia exprés como argumento para ganar elecciones agoniza. Una nuevas elecciones 'plebiscitarias' parecen condenadas a un nuevo fracaso, tanto por las dificultades de repetir la fórmula de coalición electoral entre CDC y ERC como por los resultados previsibles de la misma, si alcanzasen un acuerdo para repetirla. La idea del choque de trenes se olvida. No alcanzar el 50% de los votos en las últimas autonómicas, las luchas internas entre independentistas, la evidencia de la debilidad real de la hoja de ruta independentista y el crecimiento de la izquierda 'soberanista' aunque no independentista, al menos en sus discursos, son argumentos más que suficientes para explicar el cambio de posición.

CDC abrazó el independentismo de forma apresurada con la idea de que era la fórmula mágica para retener el poder. Ahora constatan que ya no les sirve ni para ser el primer partido de Cataluña. ERC, por su parte, tampoco está dispuesta a arriesgar su ansiada hegemonía en una asonada con nulas probabilidades de éxito. Sólo la CUP mantiene la presión como fórmula para rehacer su unidad y defender su espacio electoral frente a ERC y Colau.

Todo ello debe hacerse sin que los independentistas de toda la vida se desmovilicen demasiado, de ahí las contradicciones en el discurso. Además, el Govern continúa dependiendo de la CUP y nadie entre los independentistas quiere unas elecciones anticipadas ahora.

Rectificar y mantener el Govern y la moral de la tropa, ahí está el problema.

Los referéndums, como ha ocurrido en Escocia y Canadá, no son más que parches temporales si los independentistas no logran su objetivo. Por tanto, no hay ninguna razón democrática para facilitarlos

Los socialistas, por su parte, prefieren no afrontar sus contradicciones en esta materia y, en lugar de aprovechar la debilidad de los independentistas para acentuar el debate ideológico y ganar posiciones estratégicas, prefieren no desengancharse de la fuerza propagandistica del 'derecho a decidir', aunque lo trasladan en el tiempo a después del hipotético fracaso de una reforma constitucional que nadie sabe a ciencia cierta cuándo se producirá y qué contenido tendrá. Piensan, quizás acertadamente, que necesitan, ellos también, ganar tiempo. Recuperarse poco a poco del impacto de la escisión de los soberanistas que se han pasado a CDC o ERC. Además, esta puede ser la fórmula para intentar el pacto con Iglesias y sus confluencias. Aceptamos el derecho a decidir pero subordinado a la no aprobación en referéndum de una reforma constitucional. Ganan tiempo y, si ello facilita un gobierno del PSOE con la izquierda y la abstención nacionalista, mejor que mejor.

En definitiva, todo indica que el 'derecho a decidir' va a ser el centro del debate político catalán durante los próximos años. Al menos, hasta que las listas independentistas logren alcanzar el 50% de los votos. En este caso volverían a revivir planteamientos unilaterales.

Por ello, los que no creen ni en la independencia ni en los referéndums para construir una Cataluña mejor deberán mantenerse activos en ambos frentes. En el debate de fondo, la independencia es perjudicial para los intereses de una mayoría de catalanes. Pero también en el formal. Los referéndums, como ha ocurrido en Escocia y Canadá, no son más que parches temporales si los independentistas no logran su objetivo. Por tanto, no hay ninguna razón democrática para facilitarlos. En todo caso, que sus partidarios, que los hay en toda España como se ha visto con los resultados de Podemos, sigan el procedimiento legal para reformar la Constitución y, si logran las mayorías necesarias, estarán plenamente legitimados para plantear los referéndums que crean convenientes.