El Gobierno de la Generalitat de Cataluña tiene previsto llevar al Parlament los presupuestos para 2016 el próximo mes de mayo. Eso está bien. Así podremos saber si el republicano Oriol Junqueras, desde el Departamento de la Vicepresidencia, Economía y Hacienda que dirige, quiere poner tierra de por medio a las políticas austericidas de Artur Mas o solamente asistimos a un lamentable punto y seguido.
Es el momento de marcar las diferencias con el neoliberal Mas-Colell e incluir en las cuentas para este año partidas con sensibilidad social y criterios de redistribución de la riqueza
Es verdad que para algunos políticos, entre la crisis económica que nos sacude y las relaciones, cada vez más deterioradas, con el Gobierno central, hacer presupuestos es una cuestión meramente técnica. Para ellos las posibilidades de establecer prioridades en función de ideologías es prácticamente nula. Sinceramente considero que es un error. Winston Churchill solía decir: "Dime que presupuestos apruebas y te diré qué políticas practicas". Tenía razón el mandatario británico. Los republicanos tienen ahora una ocasión de oro, con una nueva coalición, un nuevo presidente y un nuevo ejecutivo para poner sobre la mesa su sensibilidad por las cuestiones sociales, casi inédita hasta la fecha.
Es el momento de marcar las diferencias con el neoliberal Mas-Colell e incluir en las cuentas para este año partidas con sensibilidad social y criterios de redistribución de la riqueza. Y deben hacerlo, primero, para que la CUP apoye ese presupuesto y la legislatura pueda seguir adelante y, después, porque quizá nunca vuelvan a tener una oportunidad como ésta para marcar perfil social.
Claro que Junqueras puede tomar la decisión de seguir la estela presupuestaria de Artur Mas y hacer como hizo él: buscar las facilidades que en su día le dio el PP para aprobar sucesivamente dos presupuestos que sirvieron para desballestar el Estado de bienestar que tanto había costado construir. De ser así, seguro que alguna fuerza política encontrarían que les diera soporte en ese viaje. Y ha de quedar claro que la decisión que tomen los republicanos, tanto una como otra, será legítima: sí, pero con toda seguridad esta última sería su suicidio político. No sé si en directo o en diferido (es decir, cuando se celebren las próximas elecciones) pero suicidio, sin duda.
Ahora podremos comprobar la destreza de Oriol Junqueras y su capacidad de maniobra
En cualquier caso, la piedra de toque vendrá dada por el pacto firmado con la CUP para que estos facilitaran la investidura y por la resoluciones aprobadas en el pleno monográfico sobre la pobreza celebrado días atrás en el Parlament. Ahí el Govern Puigdemont deberá pasar la prueba del algodón en sensibilidad social.
En ese pleno se aprobaron 40 medidas, de ellas 13 por unanimidad, para luchar contra la emergencia social. Ahora bien, sólo tres resoluciones tienen, a día de hoy, el dinero comprometido para llevarlas a cabo, unos 30 millones de euros. Otras de las resoluciones aprobadas ya estaban en el plan de choque firmado entre Junts pel Sí y la CUP, y ascienden a 270 millones de euros. No obstante, todo queda condicionado a que se aprueben los presupuestos y se tenga la suficiente liquidez.
A priori parece mucho dinero para unas finanzas tan asfixiadas como las de la Generalitat de Cataluña. Ahora podremos comprobar la destreza de Oriol Junqueras y su capacidad de maniobra. Veremos si se pone del lado de los inmovilistas que afirman que la situación financiera actual junto con los gastos fijos no admite ningún tipo de variación o, por el contrario, el vicepresidente republicano opta por unos presupuestos con una fuerte carga social.
En mayo saldremos de dudas.