La propuesta de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez significa, lisa y llanamente, que para ser este vestido, y lo que es más importante, para gobernar con mayoría en la Cámara, necesitará también el apoyo o al menos la benevolencia de ERC, Convergència y el PNV. Ya sabemos que CDC pone como condición para la investidura de Sánchez que éste acepte un referendum en Cataluña (¿consultivo? ¿decisorio? No es ésta una cuestión menor, porque la primera opción puede estar amparada por la legislación vigente; la segunda requiere una reforma constitucional que acepte el derecho a la autodeterminación). Esquerra no es ambigua: tira por el camino de enmedio, pasa del conjunto español y sólo le interesa la independencia unilateral.
Hacer depender un Gobierno de los votos de ERC, CDC y PNV es como poner al zorro a vigilar las gallinas
¿Y el PNV? Hablemos con claridad: un nuevo sistema de financión de las comunidades autónomas, inevitable y urgente, para que sea justo y equitativo requiere una revisión al alza del cupo vasco y de la aportación navarra. ¿Apoyará el PNV a un gobierno que no le garantice que nada de eso se va a tocar?
Para Convergència y para el PNV, además, es anatema una España federal, porque diluye la relación bilateral de los gobiernos de Cataluña y Euskadi con el del Estado a la que siempre se han agarrado como señal de identidad nacionalista.
Por eso, hacer depender un Gobierno de los votos de ERC, CDC y PNV es como poner al zorro a vigilar las gallinas.
¿Y le conviene a la democracia española echar a Ciudadanos a la oposición, en los brazos del PP? Siempre me ha sorprendido la fruición con la que determinada izquierda, y no digamos ya los nacionalistas, identifican a Ciudadanos con el PP: que si son las juventudes del PP, que si su marca blanca, que si son neofalangistas...
Da la sensación de que quienes sostienen eso prefieren que la derecha la represente al PP, por muy retrógrado y corrupto que sea, que el partido de Rivera. Contra el PP vivimos mejor, que diría Vázquez Montalbán. Desde un punto de vista estratégico resulta ser una miopía grave y peligrosa. El PSOE incurrió en el mismo mensaje sectario durante la campaña electoral, y ahora se lo ha tenido que tragar.
El trazo grueso, la propaganda llevada a sus extremos más irracionales, los clichés, la demagogia, la falta de cultura de pactos, lleva a este país a un sectarismo ideológico, a unos vetos cruzados, que hacen inviable los gobiernos de coalición. Así nos va.