Pensamiento

La corrupción nuestra de cada día

23 febrero, 2016 00:00

A lo largo de los años se ha acreditado que la corrupción aqueja en mayor o en menor medida a todos los partidos políticos. El latrocinio del dinero publico constituye una lacra gravísima, porque el político que roba, no sólo nos está robando a todos los españoles sino que, ademas, y lo que es más grave, está socavando la confianza de los ciudadanos en nuestro sistema político democrático, generando una crisis irreparable y permanente del sistema.

Resulta evidente que la mayoría de nuestros representantes públicos son personas honradas pero el número de políticos implicados directa o indirectamente en casos de corrupción es escandaloso

Resulta evidente que la mayoría de nuestros representantes públicos son personas honradas pero el número de políticos implicados directa o indirectamente en casos de corrupción es escandaloso, hasta el punto de que nos hemos puesto a la vanguardia de los estudios internacionales sobre corrupción política, alcanzando niveles propios de países africanos.

La pregunta que forzosamente debemos realizarnos es por qué se produce la corrupción, y a modo de esquema sistemático podemos establecer los siguientes conceptos:

A) Sensación de invulnerabilidad.

Frecuentemente se ha dicho que el poder absoluto corrompe absolutamente. Esto ha ocurrido en ayuntamientos y en comunidades cutónomas, en los que el partido en el poder revalidaba consecutivamente mayorías absolutas, confiriendo a los cargos políticos de ese partido, la sensación de que nadie les arrebataría nunca el poder, y por lo tanto, nadie vendría después de ellos para revisar sus cuentas y su gestión.

B) Sensación de impunidad.

Muchas personas que han ocupado cargos públicos de una forma correcta, con el paso del tiempo han iniciado prácticas corruptas porque veían que otros compañeros de partido lo hacían y no les pasaba nada. En España la justicia es exasperadamente lenta, y esta tardanza de la acción policial o judicial, confiere al político corrupto una percepción de que no pasa nada, y de que nunca van a descubrir sus practicas ilícítas.

C) Ausencia de formación administrativa.

Es frecuente que personas que carecen de formación administrativa o jurídica, y que ejercen profesiones que no guardan ninguna relación con la función pública, accedan a ocupar cargos de alcaldes, concejales, directores generales, etc. Estas personas están acostumbradas simplemente a ganar dinero, y piensan que la política es otra forma de ganar dinero, en la que todo vale.

D) Falta de control.

La falta de control se subdivide en tres aspectos:

1) Falta de control del partido.

Ningún partido político español cuenta con un departamento o secretaría que se dedique a fiscalizar a sus propios alcaldes y cargos electos.

2) Encubrimiento de los compañeros de gobierno municipal o autonómico.

En los partidos políticos, por una cuestión corporativa o jerárquica, es frecuente que el que detecta un supuesto de corrupción no lo denuncie, y prueba de ello es que en los numerosos casos de corrupción que azotan la política española, las denuncias de prácticas corruptas nunca provienen del propio partido o de sus militantes, salvo supuestos excepcionales de expulsados o resentidos con el propio partido.

3) Falta de control del personal técnico-funcionarial, que en muchas ocasiones faltando a su deber fiscalizador, eluden enfrentamientos con determinados Alcaldes o altos cargos.

E) Proximidad del sector empresarial a la clase política.

Es muy frecuente en municipios y comunidades autónomas que empresarios de la construcción o de empresas de servicios interactúen constantemente con políticos que ocupan cargos públicos.

La corrupción es una epidemia que daña gravemente la salud de la política española, y por ello las soluciones deben de ser drásticas y contundentes

En el tema de la contención de las prácticas ilegales vinculadas a la política, frecuentemente se utilizan expresiones rimbombantes pero que, a mi juicio personalmente, me da la sensación de que no son suficientes para acabar con la corrupción. Cuando debato con un político sobre este tema, en alguna ocasión lo he sometido a un ejercicio mental diciéndole --en el debate que vamos a iniciar ahora, procura no utilizar estas expresiones-- "transparencia", "tolerancia cero con la corrupción", "llegar hasta el final", "que se castigue a los culpables", "que la justicia actúe", "dotar de más medios a la justicia", "reclamar responsabilidades". Dicho esto, suelen ser incapaces de articular un discurso coherente contra la corrupción, porque le he chafado todo su elenco de argumentos.

El Gobierno de España, consciente de este gravísimo problema, ha introducido reformas legislativas para frenar la corrupción, y el presidente del Gobierno, en sede parlamentaria en el Congreso de los Diputados, ha pedido que le aporten ideas para combatir la corrupción.

La corrupción es una epidemia que daña gravemente la salud de la política española, y por ello las soluciones deben de ser drásticas y contundentes. Nada haremos con paños calientes y con palabras huecas. Como dice nuestro refranero, a grandes males, grandes remedios, y por ello cualquier medida, por dramática que sea, debe de ser tenida en consideración cuando se trata de erradicar la corrupción. He aquí algunas:

A) Investigación del candidato.

Realizada por el propio partido, y apertura de una periodo de alegaciones para que cualquier ciudadano, o compañero de partido de forma anónima, pueda expresar circunstancias que afecten al candidato.

B) Cadena perpetua revisable para casos de corrupción.

Una vez cumplida la pena impuesta, la junta de revisión penitenciaria podrá decretar la puesta en libertad, previa la devolución de lo sustraido. Evidentemente si no se produce la devolución de los capitales, no habría libertad, evitando así que los convictos, una vez cumplida su pena, puedan irse a vivir al extranjero para disfrutar de los capitales evadidos.

C) Equiparación de los delitos de corrupción a los delitos contra la vida y la libertad sexual, que son los que tienen penas mayores en el Código Penal.

Hemos de considerar que el homicida o el violador infiere un daño irreparable a su víctima, pero el político corrupto daña a toda la sociedad porque, cuando roba dinero público, nos está robando a todos los españoles.

D) Junta de responsabilidad.

Que las decisiones que se tomen en un organismo público no puedan ser acordadas por una sola persona sino que sean sometidas a la consideración y aprobación por un colectivo de varias personas. Si la decisión implica una práctica corrupta, la Justicia actuaría mancomunadamente contra todos ellos, aunque no se hayan beneficiado del acto ilegal del que han dado su consentimiento.

E) Prohibición de concesión de cargos a familiares y de coincidencia de cargos electos entre miembros de una misma familia.

G) Condonación de responsabilidad penal al delator.

Como ocurre en los Estados Unidos, el empresario que denuncia a un político por cohecho o por prevaricación quedaría exento de responsabilidad penal, aunque el propio empresario haya participado en el negocio jurídico ilegal.

H) Expulsion del partido, no sólo del corrupto, sino del consentidor, conocedor, o del colaborador de actividades corruptas.

A alguno le podrán parecer drásticas estas medidas pero, si el sistema es incapaz de atajar de una forma definitiva la corrupción política, se produce un doble fenómeno muy preocupante para una país democrático: primero el aumento inexorable de los indices de abstención porque el ciudadano llega a la falsa conclusión de que votes lo que votes "todos los políticos son iguales". Es segundo fenómeno es el auge de partidos populistas con tendencias totalitarias, que se presentan como escobas, que van a barrer la inmundicia de la política española.

Decía Indalecio Prieto que para ocupar cargos públicos debemos de escoger a los mejores, pero una vez ocupan el cargo, debemos de vigilarlos como si fueran delincuentes.