Soy un empedernido lector de memorias. A pocas les hago ascos, sean de quien sea, del firmante o de su suplantador. El otro día, cayó en mis manos unas de quien fuera largo tiempo la mano derecha del patrón Don Manuel, esto es, Fraga e Iribarne. Yo quiero descargarme, siempre y por método, de prejuicios, pero recuerdo con mucho desagrado las intervenciones públicas de aquella mano derecha cuando era secretario general de Alianza Popular. Desde el primer momento, sus palabras y su tono me parecieron propias de un petimetre y un pretencioso charlatán, explosión de una chulería narcisista acomplejada.
Leo en sus memorias de 1999 que siempre ha pensado que no existe hombre que merezca que una mujer llore por él, tampoco lo haré yo por él
Como digo, acepté el reto de aproximarme a un tipo que antes detesté por unas cosas y que ahora también me repele por las mismas, fortalecida no obstante su inconsistencia y su contradicción. Leo en sus memorias de 1999 que siempre ha pensado que no existe hombre que merezca que una mujer llore por él, tampoco lo haré yo por él.
Es un tipo castizo que distribuye sus simpatías y antipatías con sin par peculiaridad y a quien se debe que las juventudes del PP se denominen Nuevas Generaciones (NNGG), que un día presidiera Loyola de Palacio. Quince años después de las opacas gestiones para que Pujol fuese nombrado español del año por un diario de la capital, escribía: "Creo que si la 'unidad nacional' española se ha podido mantener hasta hoy es, aunque parezca paradójico, gracias al PNV en general --y a Arzallus en particular-- y en el caso catalán, a Jordi Pujol y a Convergència Democràtica de Catalunya". ¿Es de recibo esta 'creencia'? ¿Qué es esta estupidez: una frivolidad interesada o un extravío mental?
El señorito que en este libro se jactaba de saber usar su "aspecto aniñado de rubiales", no vacilaba en entrar a saco contra Adolfo Suárez: "A veces hay que saber ponerse firme, acudir a televisión, explicar al pueblo lo que hay, amenazar y tener cojones para plantarle cara a la involución o al protectorado militar interno, aunque ello te pueda costar la vida política o incluso la vida a secas. Para ello, no obstante, hay que saber confiar en el Pueblo, en la gente de a pie, en las masas. Suárez tiene muchas cosas por contar, que no contará ya ahora que le han reintegrado en la confianza de todos los escalafones del establishment. Lo cierto es que le faltó, como en otras ocasiones que analizaremos, decisión". Ahí queda eso. Sin embargo, el 'bravo y falso niñato' confesaba páginas después haber hecho algunos escarceos políticos con Adolfo Suárez --sería hacia 1987, al decaer en AP--, pero se guardaba mucho de señalar que el duque no lo aceptó en el CDS.
El señorito y gurú sabelotodo tiene, según él dice, alguna capacidad de arrepentimiento: "Sobre todo, de no poder hacer mucho más que lo que hago en un mundo en el que los pobres y los desvalidos vuelven a ver cómo su cifra aumenta y cómo disminuye a su vez la de los que los defienden". Lástima que esta clase de tipos busquen sobre todas las cosas el protagonismo estelar, y no vacilen en contemplar a los parias de la tierra desde una tarima; no es fácil desclasarse de veras y despegarse de cómodas posiciones sociales. Con todo esto hay que contar para no dejarse engañar una y otra vez. Quizá por eso yo prefiera no mencionar siquiera su nombre. Pero, por supuesto, 'sí que se puede'.