Este artículo es la continuación del publicado el pasado domingo, 'Un suicidio un cámara lenta de 105 días, empero... (1)'. Les confieso que es un escrito inusual porque no creo que hayan leído, yo al menos no recuerdo, uno que se meta en las tripas de un escrito suyo para aclarar lo que no está claro. Y no es por impericia u error.
Es inusual por el arranque y también por el final.
Nunca me he fiado de quienes dicen que no defienden intereses personales sino los de la nación o de su partido. Dime de qué presumes y te diré de qué careces
El original del artículo anterior acababa diciendo que Mas se había 'quemado', y que el siguiente que ingresaría en la unidad de quemados de tercer grado sería Junqueras; pero el vaticinio lo había escrito horas antes de que se produjera el inesperado desenlace, más propio de una novela de Agatha Christie que de política.
En las novelas de la escritora británica que más libros ha vendido en la historia, el asesino aparecía en la última página como si fuera un Puigdemont cualquiera.
Envíe un Emilio a mis jefes para que cambiaran el nombre del señor Junqueras por el del mayordomo de Mas (en las novelas de Christie acostumbra haber un lacayo servil), y acabé la carta con la confesión sincera de que no estaba contento con el final de esta novela de suspense político, y que hoy explicaría el por qué...
No estaba contento porque lo que sentí en caliente no se me ha enfriado. El termo tiene calidad, no es un 'made in China'. Y lo que sentí es que había desaparecido un escenario de esperanza en el sumidero del futuro.
Tengo una máxima que es de puro sentido común: salvo excepciones, cualquier político toma la decisión que más le interesa personalmente. Podrá acertar o no, porque la política es un juego de ajedrez, pero nunca me he fiado de quienes dicen que no defienden intereses personales sino los de la nación o de su partido. Dime de qué presumes y te diré de qué careces.
Daba por 'muerto' a Mas si convocaba unas elecciones para el 6M, porque las perdería. Junqueras sacaría más votos y aunque el día siete sumaran para tener una mayoría de gobierno, la corona y el cetro habrían pasado del ex monárquico al republicano de pro. Y que Mas fuera a la papelera de la Historia, como con grandilocuencia desmedida anunciaron los gabrieles cuperos, era vital. Porque Mas, querámoslo o no, es el activo más potente que tienen los separatas. En su bancada nadie le iguala. Hasta que no demuestre lo contrario, Carles es una marioneta en manos de su ventrílocuo. RockefellerPuigdemont lo sabe y no lo oculta: por eso repitió el discurso de su señor, José Luis Moreno, el domingo de su investidura.
Hasta que no demuestre lo contrario, Carles Puigdemont es una marioneta en manos de su ventrílocuo
Por el contrario, dejar paso a Puigdemont no es una retirada ni mucho menos una 'muerte' o 'suicidio', como escribí el domingo. A veces hay que dar un paso atrás para coger Mas impulso y saltar Mas lejos, sin acentos.
De Mas siempre he dicho que es un buen táctico, pero un mal estratega (recuerden la diferencia: la táctica es para ganar una batalla; la estrategia, la guerra). Un día y medio antes del desenlace a lo Agatha Christie, Mas hizo algo impropio en él: erró en la táctica al salir en TV3, entrevistado por dos ganapanes, para decir que no haría más concesiones. Henchido de una fingida dignidad que no tiene vino a decir: hasta aquí he llegado.
La desesperación le llevó a ese pecado que la legión de teleobedientes fieles de La Nostra el sábado pudo ver que les había mentido. Mintió para evitar ser abocado a lo que el instinto de supervivencia le decía que no le interesaba: convocar unas nuevas elecciones.
Empero, hay que reconocerlo, Mas es un mago de las palabras: al aceptar el 'sacrificio' político y personal de dar el paso atrás que negaba le ha salvado de la quema de perder unas elecciones que no se convocarán...
Vamos, que el presunto 'suicidado' ha salido del cadalso vivito y coleando. El peor enemigo que tiene España volverá por sus fueros cuando considere que ha llegado la hora de volver.
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Tengo un segundo motivo tan o más importante que este para no gustarme el desenlace de Christie: repetir las elecciones no equivale a repetir los resultados. No porque piense que Ciutadans, socialistas o peperos vayan a sumar más votos que el 27S, pero sí que la candidatura de En Comú Podem iba a chafar la guitarra a los separatas. No es que la Colau sea santa de mi devoción ni soy un devoto de Iglesias, pero quitan votos indepes, que es lo que en verdad me pone...
Los catalanes estamos condenados a vivir, desde el 2012, en el día de la marmota
Pero esta posibilidad se ha esfumado, por eso la tarde de sábado cuando volvía a casa con la oreja pegada a la radio del coche, mi mujer me dijo, con cierta ingenuidad, que pasara lo que pasara íbamos a estar igual.
Y es cierto, los catalanes estamos condenados a vivir, desde el 2012, en el día de la marmota. O algo peor. En la maldición del mito de Sísifo. Para quien no sepa esa leyenda griega. Sísifo fue condenado por los dioses del inframundo a un castigo eterno: cargar sobre sus espaldas una enorme roca y subir por la montaña; justo al llegar a la cima la piedra rodaba montaña abajo y Sísifo tenía que empezar la ascensión una y mil veces.
Sé que moriré con esta condena.