Pérez Rojo ha escrito un libro muy interesante titulado 'Los escritores suicidas' (difícil de encontrar porque es autoeditado) en donde explica múltiples suicidios de personajes públicos. La mayoría, escritores, aunque no sólo. Rojo establece tres tipologías de suicidas: el depresivo, como Ernest Hemingway; el despechado, como Mariano José Larra; y el heroico, como el hispano Séneca. Este se cortó las venas de sus muñecas en una bañera para evitar que su familia sucumbiera a la ira de Nerón.

Mas es un hombre despechado. Un proscrito por la banda de la CUP que no ha aceptado todas las concesiones realizadas en este parto de los montes de 105 días con resultado de aborto

Si viajamos al futuro para llegar al presente, diría que el suicidio de Jordi Pujol fue como el de Séneca: un sacrificio que en principio parecía que pretendía evitar el castigo del césar para sus hijos. Un suicidio heroico, aunque hoy no se sepa si podrá evitar lo que quería...

El suicidio de Artur Mas no entra en esta tipología de heroica, sino en la segunda: la de Larra. Mas es un hombre despechado. Un proscrito por la banda de la CUP que no ha aceptado todas las concesiones realizadas en este parto de los montes de 105 días con resultado de aborto. La crónica del ridículo de una agonía aplazada y hasta con suplemento: se ha tenido que tragar todas sus palabras.

El suicidio de Mas es la antítesis del heroico porque, aunque ha aguantado hasta el último día como en el fuerte de El Álamo en el que los separatistas tejanos lucharon hasta la muerte para independizarse de México, lo de Mas no ha sido heroico sino patético, o como dijo Carlos Marx: "La historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa".

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Para tragedias, las de los griegos: la política indepe, especialmente desde el 27S y en particular desde la víspera de los Santos Inocentes, se parece al ciclo de Edipo. El griego Sófocles escribió las tres tragedias del ciclo por este orden: 'Antígona', 'Edipo rey' y 'Edipo en Colono'. La última, menos conocida, pero no menos importante.

Artur Mas calificaba de error "gegantí" que los hijos separatas hayan decidido matar al padre de la independencia, encarnada en él.

Sófocles en su trilogía trágica aborda el declive de la grandeza.

Para Mas, la grandeza del destino que la Historia le había reservado era conquistar la libertad y la independencia de Cataluña, y ahora llora porque una parte de su mesnada le ha traicionado y lo he dejado con una sensación dolorosamente patriótica. La CUP ha traicionado a Cataluña en esa visión de ungido que le caracteriza desde que en septiembre del 2012 cayó del caballo... y abrazó la fe separatista.

Persuadido de esa seguridad y fe providencial que tiene de sí mismo, como Narciso, llegó al último día del reloj legal convencido de que, aunque fuera un segundo antes de que sonara la campana, el arcángel Gabriel (Anna Gabriel o Gabriela Serra, tanto da), le iban a abrir sus alas como si fueran protectores mensajeros celestiales. Pero la realidad y el sueño separata son incompatibles.

El increíble Mas menguante se ha carbonizado en el altar del procés. Ese altar tiene una llama inextinguible que mata a quien la toca

Quiero pensar que ha sido así (confundir el deseo con la esperanza es una confusión muy humana de los desesperados), a que no nos hayan tomado el pelo, vendiendo un ruc català que no estaba en venta, haciéndonos creer lo imposible: que una banda de fanáticos asamblearios iban a cambiar su decisión por una simple amenaza final: si no se me acepta renuncio a la promesa de irme a casa, a los dieciocho meses de ser investido presidente del embrión de esa República que sólo acaricia en los sueños...

El increíble Mas menguante se ha carbonizado en el altar del procés. Ese altar tiene una llama inextinguible que mata a quien la toca.

Carles Puigdemont será el próximo chamuscado. Como dice un proverbio chino hablando de la paciencia: "Siéntate en la puerta de tu casa y verás el cadáver de tu enemigo pasar".

Empero, no estoy contento por el desenlace. Lo siento, el jueves explicaré por qué lo siento...