La fuga de empresas catalanas a otros rincones de España continúa a todo trapo. Según datos de máxima solvencia que maneja Crónica Global, casi 1.500 compañías mercantiles abandonaron estas tierras desde comienzos de 2014 hasta primeros del presente mes de diciembre, para instalarse en zonas menos inhóspitas de la piel de toro.
El éxodo no se ciñe a ningún sector concreto. Bien al contrario, abarca renglones del más variado tipo y pelaje. Es voz común que la estampida obedece a dos grandes motivos. Por un lado, las ansias separatistas que han emergido por nuestros lares con fuerza incontenible. Por otro, la inseguridad jurídica desatada por Artur Mas y su tropa, al afirmar con estupefaciente desparpajo su voluntad de pasarse por el forro toda ley o sentencia proveniente de lo que llaman "el Estado español".
El inefable Mas se proclamó antaño business friendly. Hoy, por desgracia, está hundiendo la Administración que preside al deprimido nivel de las repúblicas bananeras
El inefable Mas se proclamó antaño business friendly. Hoy, por desgracia, está hundiendo la Administración que preside al deprimido nivel de las repúblicas bananeras. Semejante situación contribuye sin duda a que las empresas se dirijan hacia otros destinos más estables y respetuosos con las normas.
Pero hay todavía otro motivo de mayor peso para la desbandada. Me refiero al infierno fiscal en que el régimen del señor Mas ha convertido estos andurriales.
Los ciudadanos sufrimos aquí unas cotas de esfuerzo fiscal que superan con creces las de cualquier otra demarcación comunitaria nacional. El IRPF es de los más onerosos de la península. Sucesiones y donaciones se hallan sujetos a gravámenes considerables comparados con los que rigen en la denostada meseta. Para rematar la faena, se nos propina un draconiano impuesto sobre el patrimonio, inexistente en casi toda Europa y que, por su propia naturaleza, encierra claras connotaciones confiscatorias.
Por no citar sino un botón de muestra concreto, veamos lo que ocurre con el impuesto sobre transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados. Es una figura que grava, por ejemplo, las compraventas de viviendas de segunda mano y toda una retahíla de actos notariales, mercantiles o administrativos, entre ellos la constitución de créditos hipotecarios.
Pues bien. Por la compra de un piso en Madrid se paga el 6%. En Cataluña, un depredador 10%, es decir, un 66,6% más. Si el adquirente articula el trasiego mediante la contratación de una hipoteca, que es el caso abrumadoramente mayoritario, habrá de abonar a la Generalitat una mordida adicional del 1,5% al escriturarla y otro 1,5% al cancelarla, frente al 1% como máximo de Madrid.
Con este panorama de exacciones recrecidas, no es de extrañar que todo el que puede coja la maleta y se escabulla con viento fresco hacia latitudes más benignas y acogedoras, donde los poderes públicos no le atraquen con tanto descaro.
Florilegio de exiliados
He espigado al azar unas cuantas compañías que en los dos últimos años han mudado su sede social. He aquí la lista:
- Abertis Telecom Satélites, subsidiaria del grupo de infraestructuras Abertis.
- Acor & Tereos Iberia, gigante azucarero.
- Arbora, fabricante de artículos de higiene íntima.
- Mastercard Spains Holdings, de tarjetas de crédito.
- Carl Zeiss Ibérica, distribuidora de productos ópticos de alta gama.
- Corporación Uniland, cementera.
- Grupo Alvic, fabricante de muebles de cocina.
- Holding Negocios Regulados Gas Natural, Gas Natural Madrid y Gas Natural Distribución. Latinoamérica, todas ellas filiales de Gas Natural.
- Mas Móvil Telecom, telefónica.
- Michael Kors España, de moda textil.
- Roura Cevasa, diseñadora de imagen corporativa.
- Siemens Healthcare, de diagnósticos médicos.
- Tourline Express Mensajería.
También se han eclipsado de estas tierras
- La automovilística BMW Barcelona.
- Las cadenas hoteleras Derby y Único.
- La bodega Enartis.
- La correduría GDS Risk.
- Iberdrola Inmobiliaria Patrimonio, administradora de los bienes raíces de la eléctrica.
- La financiera ING Lease España.
- NH Hoteles España y NH Europa, gestoras de los establecimientos de la cadena en España y Europa.
- La constructora Roca Borrás.
- La compañía de catering y limpieza Sodexo Iberia.
El panorama no puede ser más deprimente. Lo malo de estas deserciones es que raramente tienen vuelta atrás. Forjar un ambiente propicio a las inversiones exige años de esfuerzo denodado. Pero destruirlo sólo es cuestión de unos pocos días.
Artur Mas y sus acólitos son hoy un lastre insoportable para Cataluña. Bajo su mando, la Generalitat ha embalsado cantidades ingentes de deuda, cuya devolución gravitará inexorablemente, como herencia maldita, sobre varias generaciones próximas.
Por si todo ello fuera poco, la acumulación de dislates regulatorios y de otros ordenes por parte de esa misma tropa, sumada a su impulso del movimiento secesionista, han desencadenado la huida de ahorradores y emprendedores. La secuela es que, entre pitos y flautas, nuestro país va camino de transformarse en un solar. Mal andamos.