Poco antes de la campaña del 20D se presentó la oportunidad de un debate sobre las lenguas en el Congreso. Fue a raíz de la presentación por parte de UPyD de una Ley de protección del español. Pero lo que sucedió es que no hubo debate sino una reiteración de las posiciones de cada partido: PP y UPyD apoyaron la ley, y los nacionalistas y la izquierda votaron en contra. La ley no se aprobó y ahí quedó todo.
La realidad política impone que el tema de las lenguas es tan delicado y explosivo que no puede ni siquiera hablarse de ello
Ahora, durante la presente campaña electoral podemos observar que ningún partido habla de las lenguas y las políticas lingüísticas, ni siquiera Ciutadans. Posiblemente no es malo este silencio porque incluir las lenguas en los debates conllevaría sencillamente una mera repetición de las posturas enfrentadas sin ningún acercamiento ni posibilidad de cambio. Sería, en verdad, un ejercicio fútil.
Sin embargo, esta situación enquistada debería ponernos en alerta. La realidad política impone que el tema de las lenguas es tan delicado y explosivo que no puede ni siquiera hablarse de ello. Pero, claramente, será muy difícil poder cambiar las cosas si el diálogo es imposible y la estrategia de los partidos pro-bilingüismo pasa únicamente por decir siempre lo mismo y ser recibido con el mismo desdén por parte de los nacionalistas.
Es un hecho que la situación actual de enfrentamiento es favorable a los nacionalistas: ellos tienen el control exclusivo de la política lingüística y hacen y deshacen a su antojo. No hay ninguna intención de cambio, y que el otro sea percibido mayoritariamente como facha y españolista en su defensa del bilingüismo les beneficia enormemente y en consecuencia, contribuyen sin tregua a mantener esta percepción.
La situación actual de enfrentamiento es favorable a los nacionalistas: ellos tienen el control exclusivo de la política lingüística y hacen y deshacen a su antojo
En mi opinión, esta situación puede seguir así hasta la eternidad porque está en el interés de los nacionalistas que así sea y mientras ellos estén en el poder es muy improbable que se produzcan cambios por más leyes a favor del español que se presenten en el Congreso y vista la gran reticencia de los Gobiernos españoles para hacer cumplir las sentencias favorables a flexibilizar la inmersión monolingüe.
Para empeorar las cosas, Podemos se ha sumado al PSOE e IU en su apoyo a las políticas lingüísticas nacionalistas, creyendo ingenuamente, como toda la izquierda catalana y española, que así defienden el bilingüismo. Es curiosa esta creencia por la cual el monolingüismo institucional y educativo representa la mejor expresión del bilingüismo. Fuera de España, esta idea no la entiende nadie pero lamentablemente, en nuestro país, constituye el marco mental hegemónico.
Un excelente diagnóstico de la amarga situación en la que nos encontramos la realizó mi colega y amigo Ángel Puertas, articulista también en este digital, en su intervención en las 'Jornadas Por una Escuela Plural' organizadas por Societat Civil Catalana los pasados 27 y 28 de noviembre en el CCCB.
La meta es reproducir incesantemente en el imaginario colectivo nacionalista que la lengua catalana sigue igual de asediada por parte de España y los españoles que durante el franquismo
Ángel usó una metáfora para situar el catalán en su contexto histórico: los catalanohablantes fueron mordidos por una serpiente. Cuando a alguien le ha mordido una serpiente, cualquier cosa alargada y delgada que se mueva en la penumbra puede ser otra serpiente. El temor a repetir una situación dolorosa es algo muy humano y no lo cambiaremos. Lo que tenemos que hacer es trabajar con ello. Porque esto es exactamente lo que han hecho los nacionalistas. Sabiendo muy bien del dolor que causó la serpiente en los catalanohablantes, se han pasado 40 años diciendo que seguimos estando rodeados de serpientes al acecho. Han inventado todos los mordiscos y todos los venenos habidos y por haber y repiten incesantemente que esto está sucediendo ahora. La meta es reproducir incesantemente en el imaginario colectivo nacionalista que la lengua catalana sigue igual de asediada por parte de España y los españoles que durante el franquismo. Y todos aquellos que lo creen de buena fe es porque el relato de la serpiente acechante es lo único que oyen desde hace cuatro décadas y están atenazados por el miedo.
Así pues, la manipulación lingüística de los nacionalistas no se da sobre un vacío. Ha habido un 'dolor de lengua' real que todo el que lo ha sufrido está inclinado a pensar que puede repetirse. Y aquí es donde entra la manipulación nacionalista, sobre este temor.
Al español, efectivamente, se le excluye pero al catalán se lo manipula. En mi opinión, deberíamos realizar un giro y focalizar nuestros esfuerzos primero en abordar la manipulación del catalán y su realidad actual, muy distinta del relato de la serpiente.
La clave para empezar a desenredar la madeja lingüística puede muy bien encontrarse en el catalán, no en el español
La clave para empezar a desenredar la madeja lingüística puede muy bien encontrarse en el catalán, no en el español. Deberíamos plantearnos el tener como primera meta desmontar su argumento principal: la serpiente --el Estado, España, los españoles-- siguen mordiéndonos; nos defendemos porque la lengua está siendo tan atacada y sus hablantes tan humillados como entonces. Es en base a esta idea que se edifica toda la política lingüística. Por ello, porque son los cimientos, creo que es este imaginario el que tiene que poder ser deconstruido en primer lugar aunque ello signifique poner el español a un lado, no hablar de él, hasta el momento adecuado, el cual sería una vez hayamos logrado matar la serpiente.
Matar la serpiente significa conseguir que una mayoría de la opinión pública catalana se convenza de que España ha dado muerte al réptil y que nadie va a dañar más al catalán y sus hablantes. Para ello, debe hacerse algo más que decir que no existe ninguna serpiente, incluso demostrarlo con datos porque esto ya se ha hecho y resulta insuficiente.
De lo que se trata, en mi opinión, es de demostrar de forma activa, con hechos, palabras y gestos simbólicos por parte del Estado que la vigencia de la temible serpiente es una manipulación nacionalista para privar a la sociedad catalana de su secular bilingüismo y catalanizarla de forma excluyente. Para ello, es necesario un plan global para las lenguas de España, que posibilite un cambio de estrategia a los partidos pro-bilingüismo.
Es necesario un plan global para las lenguas de España, que posibilite un cambio de estrategia a los partidos pro-bilingüismo
Como he desarrollado en otros artículos, mi propuesta para ello es la Ley de Lenguas, la cual tiene como primera meta centrarse en el catalán para lograr matar la serpiente. Ello posibilitaría, en una segunda etapa, legislar también a favor de los derechos lingüísticos de los castellanohablantes en Cataluña. Una ley de derechos lingüísticos en España sería de tal calado que, para poder aplicarse, necesita una mayoría de ciudadanos catalanes convencidos de que la mortífera serpiente ya no existe. Y esto lo lograremos si los ciudadanos catalanes ven y escuchan un Gobierno central interesado activamente por las lenguas de España. Desde mi punto de vista, debe haber dos etapas: solo matando la serpiente primero allanaremos el camino después para poder instaurar de forma efectiva los derechos lingüísticos de los ciudadanos castellanohablantes.
A pesar de la necesidad acuciante de un plan global para las lenguas de España, estamos presenciando una campaña con el silencio como protagonista. No es ningún buen presagio. Sin embargo, con cautela, pero debemos ser optimistas. El paisaje político que saldrá de las urnas para la próxima legislatura puede ser muy diferente de lo que hemos experimentado hasta ahora y posibilitar la superación del actual enfrentamiento estéril entre 'bandos' también en el tema lingüístico.