En una campaña electoral, los candidatos suelen entrar en una especie de trance fiscal que les lleva, inevitablemente, a prometer al electorado todo tipo de dádivas o concesiones tributarias, dejando en el baúl de los recuerdos los esfuerzos realizados a lo largo de la legislatura y el obligado rigor al que, en esta materia, están obligados quienes han gobernado o tienen posibilidades de gobernar.
Este país necesita todavía --y mucho-- del esfuerzo recaudador para cerrar la brecha que nos separa de nuestro entorno en muchos servicios a los que el Estado tiene la responsabilidad de atender
Dejando al margen a los candidatos que no han tenido responsabilidades de gobierno --solo el del PSOE ha afirmado públicamente que no es posible una bajada de impuestos-- y centrándonos en quien ocupa actualmente la presidencia del Ejecutivo, se comprueba cómo, sin rubor alguno, el candidato Rajoy se desliza por el mundo de las concesiones fiscales, olvidándose de que este país necesita todavía --y mucho-- del esfuerzo recaudador para cerrar la brecha que nos separa de nuestro entorno en muchos servicios a los que el Estado tiene la responsabilidad de atender.
Sin embargo, si la política es el arte de hacer posible lo necesario (para ganar), las elecciones son el marco ideal para que los partidos desenfunden todo el arsenal de medidas beneficiosas para el ciudadano-votante con la fundada idea de que solo así se consigue su voto.
Por ello, Rajoy y el PP no solo han decidido apoyar su campaña en la experiencia de sus líderes y candidatos en las tareas de gobierno, sino además complementarla con anuncios de hasta una decena de medidas fiscales que suponen, muchas de ellas, rebajas con respecto a lo que hoy existe.
Todo ello, sin embargo, termina reflejándose con claridad en la conocida como carga tributaria sobre el PIB y que en España se situaba en 2013 en el 32,6%, lejos del 36,7% de Alemania; del 42,6% de Italia; del 45% de Francia o del 34,2% de la OCDE. Solo Gran Bretaña con el 32,9% se aproximaba a España.
Los ingresos fiscales en España suponían a finales de 2014 el 37,8% del PIB, más de siete puntos por debajo de la media de la UE, y con esa cifra se hace difícil aceptar regalos fiscales de ningún tipo
Dicho de otra manera, los ingresos fiscales en España suponían a finales de 2014 el 37,8% del PIB, más de siete puntos por debajo de la media de la UE, que se sitúa en el 45,2%, según los últimos datos publicados por Eurostat y con esa cifra se hace difícil aceptar regalos fiscales de ningún tipo ya que las necesidades son muchas.
Pese al aumento experimentado en los últimos cuatro años, al incrementarse en 1,8 puntos el peso de la recaudación fiscal sobre el PIB entre 2011 y 2014 y pasar del 36% al 37,8%, España sigue estando a la cola de Europa en esta materia, ya que únicamente Bulgaria (36,4%), Irlanda (34,9%) y Rumanía (33,4%) tienen unos ingresos fiscales sobre el PIB inferiores a España.
De conseguir un cierto recorte de las diferencias en este campo depende que España se aproxime a sus socios comunitarios en aspectos tan trascendentes para una sociedad desarrollada como la sanidad, la educación, la investigación o la defensa, materias en las que España ocupa lugares poco brillantes en los rankings comunitarios, pese a que la deuda de las administraciones públicas, al finalizar septiembre de 2015, superaba el billón euros, lo que equivalía a casi el 100% del PIB.
Sin plantear un acercamiento a países como Noruega, que destina 33.536 euros por habitante/año a gasto público, casi cuatro veces lo que España (9.924 euros), lo cierto es que nadie puede sorprenderse por el hecho de que el déficit publico de España en 2014 fuera el equivalente al 5,90% del PIB, alejado del 3,90% de Francia o del 3% de Italia por no hablar del superávit alemán del 0,30%. Solo el Reino Unido con un déficit del 5,70%, mantenía una cierta similitud con España.
De conseguir un cierto recorte de las diferencias en ingresos fiscales depende que España se aproxime a sus socios comunitarios en aspectos como la sanidad, la educación, la investigación o la defensa
Si nos introducimos en el gasto público en Sanidad y con referencia en 2013, España vuelve a ostentar posiciones poco brillantes al destinar a estos menesteres el 6,25% de su PIB, frente al 8,68% de Alemania; el 9,04% de Francia; el 7,09% de Italia o el 7,62% del Reino Unido. No hay mejores resultados en materia de educación, en donde el gasto público que destina España, según las últimas estadísticas, es del 4,29% de su PIB. El gasto público en educación no ha dejado de caer desde 2009, año en el que alcanzó 4,95% en relación al PIB. Para 2015, la ratio se estima en el 4.19%, excluidos capítulos financieros.
En la actualidad, la media del gasto en educación de los países de la OCDE es del 6,5% del PIB (gasto en educación total, tanto público como privado). La media de la Unión Europea (datos de 21 países) es del 5,9% del PIB.
Si se compara el gasto público en educación en España con sus socios comunitarios equiparables, se comprueba que, con las últimas cifras conocidas, solo Italia está por debajo con un 4,14 % en relación a su PIB, mientras Francia con un 5,52%, Reino Unido con un 5,75% y Alemania con un 4,81%, marcan distancias con nuestro país.
En I D no le van mejor las cosas a España, que destina el 1,24% de su PIB a este capítulo tan vital para el desarrollo económico, frente al 2,94% de Alemania, el 2,23% de Francia o el 1,63% del Reino Unido. Solo Italia con el 1,25% muestra su “solidaridad” con España en esta materia.
En I D no le van mejor las cosas a España, que destina el 1,24% de su PIB, mientras que en 2013 en la Eurozona era del 2,11%
El gasto interior bruto en I D respecto del PIB (2013) de la Eurozona era del 2,11%, mientras que para los 28 países de la UE la ratio se situaba en el 2,02%.
No pintan mejor las cosas en materia de defensa, asunto que Europa ha dejado en manos de EEUU, lo que se refleja en el hecho de que en 2014, el gasto medio en relación al PIB se situó en el 2,5% en los 28 países de la OTAN, aunque si eliminamos a EEUU de esta estadística, la cifra de los países europeos se ubica en el 1,5%.
Pero España queda lejos, incluso, de ese porcentaje al destinar a estos menesteres el 0,91 % de su PIB frente al 1,21% de Alemania, el 1,44% de Italia, el 2,05% del Reino Unido y el 2,20% de Francia.
A sensu contrario, el gasto en pensiones no ha parado de crecer en los últimos años en España, llegando a representar en 2015 el 10,6% del PIB. Según cifras de 2013 de Eurostat, los grandes países que se situaban a la cabeza de Europa fueron Italia (16,1%), Francia (14,9%), Alemania (12,3%) y Reino Unido (12,8%).
Si de lo que se trata es de evaluar el gasto asignado a protección social de familias y niños, España junto con Grecia, es el país de la UE que menos gasto público destina. La media de la UE-28 se situó en un 3,5% sobre el gasto público total en 2013, pero con grandes diferencias entre países. El penúltimo lugar le corresponde a España, donde el gasto asignado a este capítulo supone un 1,4% sobre el gasto total. Por debajo de España sólo figura Grecia con un 1,1%.
Como consecuencia de políticas fiscales demasiado sujetas a las urnas y a los muchos y ciertos intereses, España seguirá acumulando déficits de servicios con respecto a lo que se lleva en nuestro entorno
En definitiva, si España quisiera posicionarse al mismo nivel que sus socios europeos en materias como educación, sanidad, investigación, pensiones y defensa, por citar los capítulos más importantes de los Presupuestos Generales del Estado, necesitaría, según algunos cálculos realizados, aportar entre 3,5 y 4 puntos de su PIB a mejorar las prestaciones de estos servicios. Y esa cifra solo puede ser cubierta con una mayor recaudación fiscal o con una revisión a fondo de las estructuras del Estado.
A la postre y como consecuencia de políticas fiscales demasiado sujetas a las urnas y a los muchos y ciertos intereses, España seguirá acumulando déficits de servicios con respecto a lo que se lleva en nuestro entorno y manteniendo una posición de segundón en el concierto internacional.